martes, 27 de diciembre de 2022

Culminación del XXII certamen poético y XVIII de cuento breve

 Culminamos con éxito el XXII certamen poético y XVIII de cuento breve y eso nos llena de orgullo. El nuestro es un certamen diferente a todos, ni mejor ni peor, simplemente distinto. El carácter de temático limita la cantidad de obras que se reciben, pero no es eso, la cantidad, lo que buscamos, sino estimular la aparición de nuevas obras que contribuyan a acrecentar el patrimonio cultural genuino de esta expresión surgida en el Río de la Plata, que hoy llega a las latitudes más impensadas. Es distinto porque también por la labor de sus representantes, las entidades son distinguidas con un premio especial reservado para ellas. Es distinto porque nadie se va con las manos vacías. En un certamen no todos logran arribar a los puestos de privilegio y a las menciones especiales, pero el que nos confiaran sus trabajos y el esfuerzo en realizados merece nuestro agradecimiento traducido en certificados de participación, que acaso sirvan de estímulo para que en futuras ediciones se conviertan en premios. La situación no permite que como en otros tiempos se enviaran estos en vía postal, pero quienes se acerquen a acompañarnos en esta magna jornada recibirán el suyo, tal el caso de Ana Alicia Licitra, que no llegó al halago de los puestos de privilegio pero contribuyó con su labor a acumular puntaje para “Los poetas del Encuentro” de Villa Ballester. Las menciones especiales del XXII certamen poético le correspondieron a Delia Esther Fernández Cabo de Canelones, Uruguay y María Isabel Términe de Salta, capital, en tanto en cuento breve fueron para Selva Argentina Maita de Salta y Elba Andurell de Campana. El quinto puesto de poesía fue para Luis Antonio Beauxis Consul de Montevideo, Uruguay y el de cuento para Maria Rosa Rzepka de Florencio Varela. El cuarto puesto de poesía fue para Juan Velazque de Merlo, San Luis y el de cuento para Maximiliano Sacristán de General Rodríguez. Lamentablemente ninguno de ellos estará presente, por lo anunciado en comunicaciones vía correo electrónico, pero sí Víctor Longo, que resultó tercero en cuento breve. En tanto en poesía, reiterando la ubicación de la edición anterior, Omar Pertusi, de Lujan resultó tercero. El segundo puesto de poesía distingue la labor de un asiduo representante de Salta, Aldo Renato Guardatti, en tanto en cuento breve idéntica ubicación correspondió a Berta Susana Brunfman, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Después del necesario prólogo llego el momento de anunciar a los triunfadores y me place destacar que el triunfador en cuento breve fue Marcelo Zanetti de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. y en el rubro poesía el que llevó los lauros fue Florentino Diez de Ingeniero White, provincia de Buenos Aires El premio especial Roberto Peregrino Salcedo correspondió a Rubén Alberto Lamónica de Beccar, partido de San Isidro. El premio entidades de cuento fue para “Los poetas del encuentro” de Villa Ballester, por los trabajos que aportados por Víctgor Longo y Ana Alicia Licitra y el de poesía para el Grupo literario “La Lira” de Salta, por la labor desarrollada por Renato Guardatti, Selva Argentina Maita, María Isabel Términe y Martín Miguel Simensen de Bielke. Un nuevo certamen temático al que invitamos a participar es el que relaciona al tango y el cine al cumplirse el año entrante el nonagésimo aniversario de la primer película sonora argentina que como no podía ser de otra manera llevó por título Tango.


Aquí las obras triunfadoras



AROLAS EN SU PENTAGRAMA OTOÑAL.

EDUARDO AROLAS EN SUS ULTIMOS DÍAS EN UN HOSPITAL MUNICIPAL DE PARIS HACIA FINES DE SEPTIEMBRE DE 1924.

_Es hermoso el otoño en París. Aun mirándolo desde la ventana de la sala del hospital……. Tengo sed. No sé porque tengo tanta sed. Pero no es agua lo que quiero….no es agua.
Tengo sed de mi propia vida- Soy demasiado joven para morir. Necesito saber que aun puedo salir de esto. Quiero empaparme de recuerdos. Quiero ser libre de este fuego en mi pecho. De esta tos pertinaz que se vuelve interminable y me hace sangrar. Quiero ver en mi desfile mental a los amigos que llenaron de sentido la vida…(hace una pausa). Me acuerdo cuando tocábamos con el compadre Iriarte en las noches de nuestra gira por los bares de los pueblos. Las guitarras a punto. La música del tango “Guitarrita” sonando con la fuerza de un tren pisando los rieles. Y un lamento lejano que se pierde en la pampa ennegrecida por la noche y el vapor del fogonero locomotor a carbón. Mañana, tal vez, vendrán poetas que escribirán las letras de mis tangos y sin saberlo alguien cantará “Cardos” y lo volverá inmortal. Porque yo fui músico, no poeta ni escritor, y no sé si fui el mejor pero seguro me acerco al que tenga el primer puesto y le cante el más grande cantor.
“Vuelve en la noche hoy,
junto a la reja, el dulce trino;
amor de payador, aroma de jazmín y de glicina,
luna, canción y ella con su amor.
Fue la guitarra así, mi compañera,
la que llenó mis noches de ilusión,
la que alegró mi vida de bohemia,
y encadenó mis sueños a su amor”.*

Antes las cosas tenían otro sabor. Yo podía calmar mi sed de amar. El tinto amigo me acompañaba y me daba inspiración. ¿De qué me voy a arrepentir si la viví de callado y con toda la bronca me la pasé escribiendo a amores frustrados? Me sentaba a la noche en un rincón del Armenonville, y escribía en un rústico papel con cinco líneas que parecían el fantasma de un pentagrama, las notas de un tango nuevo. Así escribí, enamorado de una mujer que no era para mí, la música de Derecho Viejo, que llegué a terminar en el café La Morocha.

“….Usted sabrá que cuando el amor comienza a taconear sentimos en el pecho la dulce tentación; ¡sentimos sed de amar, de amar de corazón!...”*

Los otros internados chamuyan en un tono bajo e inentendible. Me miran como sapo de otro pozo. ¿Qué sabrán estos franchutes del lunfa?, ¿Qué sabrán de Barracas y el Riachuelo? Afuera París me resulta un sitio conocido. Sin embargo, lo siento distante. No es tal como Montevideo y ni siquiera es como Buenos Aires que dicen se le parece. No tiene el río que cruza París el colorinche rojizo del Riachuelo. Ese tono que de pibe vi encima de aquella agua tiesa y aceitosamente tornasolada que me inspiró a componer “Colorao”. Cuando éramos pibes nos cruzábamos a Avellaneda a cazar pajaritos con la honda. En esos terrenos donde se jugaba al futbol y en los que a mis diez años vi a los sucesores del Alumni fundar el Racing Club en 1903, y entre matorrales interminables los perros corrían a las zarigüeyas. Y yo tarareaba melodías que no sé de donde me venían. Me acuerdo las tardes en la ancha cuadra de la estación del Ferrocarril Sur jugando hasta la nochecita entre la bosta de los caballos de los carreros, carros a los que nos trepábamos para volver a casa, carros que llevaban a las barracas su preciada mercancía. Me acuerdo de mi vieja llamándome: “Lorenzoooo”,….. Y vos Vieja, ¿te acordás de ese valsecito que te dedique, “Notas al corazón”?……Me acuerdo de mi cuando era ese pibe sin manchas ni quiebres en el alma. Me acuerdo de mi barrio, el Barracas de mi infancia, tan pródigo, tan sufrido, lleno de sol y baldíos, lleno de surcos que llevaban al arrabal que bordea la ciudad. …..la que no volveré a ver.
Nunca más mis ojos tristes
verán tu aurora
y mi pobre corazón,
igual que la cachila,
de pena llora.*

Quiero salir de esta cama que parece atraparme en un plano paralelo y alejado del mundo. Yo que fui el tigre del bandoneón….. Ahora necesito un fuelle. Un fuelle nuevo en el pecho pa´ respirar mejor. ¡Carajo, como arde respirar hondo! Y otro fuelle con teclas que llore mi pena. Me gustaría amigarme con Firpo. La última vez lo sacudí lindo. Pero ahora necesito abrazarlo. Necesito cerrar cuentas con ese cusifai. Incluso ver a mi hermano Enrique……y escuchar con él aquel tango que hoy es mi signo, Lágrimas…..

“La lluvia con su tic-tac, Entona su canción, febril, fugaz, Solo en mi pieza quedaron. Llanto y desazón…..*

París no me va a llorar, porque no hay adoquines con mi pisada de niño en esta Ciudad que elegí para no recordarte. Porque a diferencia de Montevideo y Buenos Aires, no huelen a glicinas los jardines del otoño de París. Y un París con cerrojos a mi futuro parece deshacer su cielo recién otoñado que se comprime en mi pecho que se ahoga con un tango escondido en los rincones, con un tango que se vuelve fatalidad, que se hace llovizna y sabor amargo en la boca, que se hace sangre en los labios…… Y te recuerdo en esta hora tardía Alice, mi francesita dulce, mi Alice…..

Con la magia de tu amor que no olvidé, siempre a mi lado estás...Llevaré como una cruz todo el dolor de tu partida... Alice. Fueron horas de emoción, honda pasión, que ya se han ido... París, que triste tu cielo está...llora por vos... por vos, Alice.*

Pero yo Buenos Aires, no te voy a llorar, como la lloré a Alice, ni siquiera quiero que alguien me llore en esa pampa donde fui un niño risueño corriendo en los arrabales, donde compuse mi “Gitanillo” y en donde el tango que supe crear duerme entre galpones de barraqueros, compases del dos por cuatro, pastos amarillentos, lágrimas de novias y patios donde el tango, ese rayo en el corazón que nos inflama de ganas de bailar, nos reúne para hacer música en esa parte de la ciudad tan triste y casi abandonada por Dios hasta que suena en el silbido de un obrero una milonga que para bailarla no alcanza con uno, se necesitan dos. Porque solo la música puede hablar en su idioma de notas y claves, en sus renglones pentagramados, como un dios que vive en un fuelle o en una guitarra y hace la luz de la oscuridad, como cuando Pepita Avellaneda cantaba y se abría la puerta que sonaba como un llamado de ángeles y después se formaban las parejas en el bailongo del sur de “La Gallega Julia” con Tito Roccatagliatta que tocaba el violín, Cobian el piano y yo el fuelle. Y cuando volviendo de una pequeña gira, paramos en ese burdel de Bragado y la conocí a la Delia…….mi adorada Chiquita, a la que le dediqué Nariz, un tango con una melodía de cajita musical que era ella misma en cuerpo y alma….porque tenía una naricita hermosa pero que siempre se la estaba empolvando ….. En ese reducto bailé con ella el tango Retintín.

Soy un retintín,
campana de arrabal,
busco en el amor, el beso y mi emoción,
quiero así tener, la dulce realidad,
tengo que encontrar, la dueña de mi amor.
Toda la pasión que siento por amar,
es la misma fe que alienta mi vivir, hoy sé que encontré, el sueño que busqué,
viviré feliz junto a su corazón.*

Ahora llueve en París. Tras el cristal ya gris del olvido, la tarde crece y en mi emoción vuelvo a reflotar la lejana historia que me llevó a Montevideo, a mi nueva patria, a mi lugar de consuelo y llanto…… Porque cuando me traicionaste “Chiquita”, me partiste la vida. Mi Delia adorada, ¿Cómo pudiste hacerme sufrir así? A mí, que era definido por la Taquería como un compadrito. A mí, que te amaba sin medidas ni razones. A mí, que podía decirte con mi música las mejores cosas. A mí, que compuse “Rawson”, que era la alegría en los patios tangueros ….. pero después de vos era soledad y tristeza. Era alcohol y olvido. Era ese sur partido por el riachuelo que recorría las orillas de mi encendida ciudad……

Porque el amor de la que era
dulce sueño se quebró
y fue la luna la hechicera
y el idilio terminó.
Porque tu amor en lo que fue
noche perdida, se esfumó
y en la nostalgia de aquel beso
terminó nuestra pasión.*

No sé qué dirán mis biografías. No sé si sonarán mis melodías en oscuros callejones que guarden escondidos lupanares con amores que nunca serán correspondidos. No sé si esta bruma y este frío parisinos son imágenes de mi cercana muerte y mi delirio. No sé qué puede hacer un hombre que siente que la vida se le escapa entre las sábanas del hospital municipal de una ciudad ajena a mi historia donde nadie canta valses en nocturnas serenatas ni tiene un barrio parecido a mi Barracas…..

Patio bordado de tango,
lindas minas orilleras,
un cuarteto daba brillo
a la milonga alegre y nochera.
Nostalgia de viejos tiempos
con parejas que entrelazan
cortes tangueros y ensueños,
recuerdo malevo,
canción y arrabal.*

Soy Lorenzo Arolas, conocido como el tigre del bandoneón. En mi ficha hospitalaria “manyo” que dice Eduardo y a pesar de tanto bardo soy candidato a morir, solo, olvidado y pobre en un hospital de París…..

Ya Moñito no corre la pista ni me abraza su dueño don Emilio de Alvear, la Chiquita me ha olvidado, y mi hermano se borró, sangro por mi boca la bronca que resume el fuelle ardiente en medio de mi ajetreada respiración, surge una postrera y ronca oración lastimera, parte del tango y la milonga que es muestra ferviente de una inconfundible pasión, Buenos Aires y su gente me llevará con mi nombre siempre al frente y estaré en cada recoveco donde suene una noche de garufa el eterno bandoneón.

Viejo recuerdo tanguero
quiero vivir esta emoción,
besar tus labios rojos,
muchacha diquera.
Que se enciendan los faroles
para alumbrar esta ilusión
de ver tus ojos negros
brillando por mi amor. * Lorenzo Arolas 1892-1924. (un tanguero de ley)





MORTAJA PARISINA





“Y un ´réquiem´ arrabalero

tirita en las calles solas,

¡es que rezan por Arolas,

y hay que sacarse el sombrero!”

(“Milonga del lecherito” de León Benaros)





Transformó, con su aporte, el atavismo

azarzuelado, de la guardia vieja;

plasmando el porteñismo de su queja,

impregnado en su incipiente vanguardismo.



Le dio entidad al ritmo del tango compadrito,

develó variantes en cada cuerda, en cada nota,

incorporando las instrumentaciones más ignotas

con sus tangos de galera y de moñito.



Ornó al tango, con la elegancia que vestía:

zarzos sobre guantes, desmesurado brillo,

mezcló tute con ginebra y el cruce de cuchillos,

latente, su suerte de macró, en la lotería.



Abandonó, tal vez embretado en su rutina,

y con su tango, huyó a la vieja Europa;

su noche eterna, por grisetas y falopa,

fue mortaja, en su leyenda parisina.



Por siempre han de vibrar, en la fonola,

sus tangos bendecidos e inmortales;

porque legó los basamentos musicales,

¡El Mozart del Arrabal, Eduardo Arolas!



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