Crónica
por Rubén Fiorentino
Muy a nuestro pesar las cosas indefectiblemente
alguna vez tienen que concluir y así sucedió ayer con la muestra “Dos por
cuatro, por dos en grises” que formaba parte de las 9 jornadas gardelianas,
planeadas y ejecutadas por difusores radiales, artistas plásticos, músicos,
intérpretes, historiadores y entidades intermedias. Una conjunción difícil,
pero pruebas a la vista, posible de lograr. Con un día pésimo respecto a las
condiciones climáticas, los temores respecto a la concurrencia crecían minuto a
minuto. Felizmente estos temores se desvanecieron cuando la sala de Don Bosco
57 comenzaba a recibir a los primeros concurrentes. Los ingresos a lo largo de
los minutos subsiguientes fueron constantes, a punto tal de colmar las
instalaciones, hecho que no había acontecido, en ese número, en las jornadas
anteriores.
Con los asientos cubiertos y aún con público de pie no cabía otra
cosa que proceder al comienzo y así lo hicimos con la expectativa lógica de no
defraudar a tan magna concurrencia. Jorge Bottino, conductor del ciclo radial “Las
cosas por su nombre”, José Mario Calónico, Presidente de la Sociedad Italiana
de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri” de San Isidro y prosecretario
del Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente de la
Academia Nacional del Tango y quien esto escribe, presidente de la última
entidad mencionada, junto al artista plástico Rolando Sa Fleitas y al
disertante de la jornada Pedro Cahue enfrentamos al público para brindarle
nuestro mayor esfuerzo para que las expectativas que generó este cierre se
vieran satisfechas. Con el saludo de inició y las palabras de bienvenida se escuchó el tema de apertura en voz de Carlos Gardel, que no fue precisamente un tango sino una canzoneta, Como se canta en Nápoles, con el máximo representante del canto popular de todos los tiempos interpretando en la lengua del Dante, un poco a modo de homenaje a la casa que cobijara durante nueve jornadas nuestros intentos. Tuve la responsabilidad de justificarla, hecho que realicé destacando a Giovani Ermete Gaeta, uno de sus autores, que firmaba sus obras con el seudónimo E. A. Mario, nacido en Nápoles, Italia el 5 de mayo de 1884 y fallecido paradójicamente el 24 de junio de 1961 en su tierra de origen. Me ocupé de las obras que produjo y de esa puntual grabación eléctrica de Carlos Gardel producida en los estudios Odeón el 16 de septiembre de 1931 con el marco musical que pusieron con sus guitarras Barbieri, Riverol y Vivas.
Seguidamente previa presentación de
Bottino del artista Rolando Sa Fleitas, éste hizo referencia a la última de las
obras de la que faltaba ocuparse, trabajo que realizó Dante Arias que fiel a la
costumbre de jugar con imágenes y palabras concretó este trabajo que tiene a
Gardel como centro, esta vez representado simbólicamente por su clásico gacho
gris.
Explicitados los motivos que inspiraron la obra, Sa Fleitas formuló su
agradecimiento a los organizadores y al público estableciendo así su formal
despedida. Alteramos luego la consecuente rutina de los días anteriores para
anteponer el momento musical a la charla. Otros compromisos requerían a varios
integrantes de la banda escuela de la “Dante Alighieri” y quisimos liberarlos
con el tiempo suficiente para que pudiesen cumplirlos. Entonces los dirigidos eficazmente por el maestro Hernán Ghiotto comenzaron a deleitarnos con sus interpretaciones instrumentales y las que estuvieron la presencia vocal de Marcela Antich.
Un pergamino de los organizadores rubricó
a modo de agradecimiento esta presencia de la banda, hecho que se repitió
después con los representantes de la Asociación Madonna del Petorutto que
también nos acompañaron.
La pausa justa para tomar un café e ingerir algún
alimento ligero antecedió a la palabra de Pedro Cahue conductor del ciclo
radial “Los tangos y Ud.” que hizo referencia a los diversos géneros musicales
que incluyó Carlos Gardel en su discografía y puntualmente el orden cronológico
y a los títulos de cada uno de ellos, comenzando con aquel fado grabado en 1921
y reparando en shimmys, foxtrot, bambucos, rumbas, jota, canzoneta, etc. Hasta
hizo referencia en alguna crítica formulada oportunamente por Carlos de la Púa.
Digno broche fue éste para nueve jornadas donde se detallaron cada una de las pinturas que integraron la muestra, que tuvieron, como corresponde, una apertura en la voz del “Zorzal” interpretando a compositores y poetas italianos, una alocución sobre distintos aspectos de la vida del máximo cantor popular de todos los tiempos y un pasaje musical, generalmente de cierre, alterado únicamente en esta última jornada. Vendrían después a la entrega de pergaminos a cada uno de los que desarrollaron funciones en la muestra, el franco momento de camaradería y el vino de honor que coronó el cierre oficial de estas jornadas.
Fotos gentileza Ricardo Demelli
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