Crónica por Rubén Fiorentino
Cuando aquel 18 de septiembre de 1997 un
puñado de “locos visionarios” entre los que me encontraba fundamos el Centro
Cultural del Tango Zona Norte establecimos para los tiempos, entre aquellos
objetivos que nos trazamos en la primera hora, exaltar todas las artes que tengan
relación con la música ciudadana, canto, danza, ejecución, poesía, composición,
escultura, pintura, etc.
Entonces, sabiendo de antemano el importante
porcentaje de trabajos “tangueros” que contenía la muestra no dudé en aceptar
la gentil invitación del artista que nutría con sus obras la reunión, Jorge
González Badiali.
No pretendo ser crítico de arte, rol para el
que no estoy adecuadamente capacitado, simplemente elaboro juicios muy personales,
basados en el buen gusto y las cosas que en mi interior me produce la
contemplación de alguna obra.
El moderno edificio de frente vidriado
donde funciona el Honorable Concejo Deliberante de Vicente López lucía por
demás coqueto.
Minutos antes de la hora señalada para el
inicio ingresé, previamente de haberme informado en mesa de entradas, en un
amplio salón, lindante con la calle, separado apenas por esos vidrios de los
que señalaba al principio de este relato.
En él, sobre las paredes perimetrales y en
columnas adecuadas para contenerlas se disponían las obras que superaban la
treintena.
Contigua a la puerta de ingreso una tarima
con el programa de la reunión y un libro para contener presencias e impresiones
sobre lo exhibido.
Muy cerca de ella el artista y su esposa
que nos brindaban a cada uno una cálida y cordial bienvenida.
Después del agradable y necesario momento
ameno que invita a integrarse a la reunión no había ya mayor obstáculo para
comenzar a contemplar tantos trabajos integrados por tintas y collages que se
ocupaban de temas diversos como sociedad, religión, apocalipsis, locura,
personajes y por supuesto el tango, a cuyos trabajos se le asignaba un
considerable espacio.
Con un teléfono celular, que confieso aún
no domino en plenitud, tomé algunas fotos que me sirven para ilustrar esta
crónica hasta qué, una funcionaria vinculada al área de cultura del municipio
vecino y Jorge González Badiali a posteriori de sus alocuciones dieron por
inaugurada oficialmente la muestra.
La serie de tango, fue la que obviamente
acaparó más mi atención. Pude apreciar al contemplarla magníficos trabajos,
siempre desde mi óptica personal, claro está.
Sabía porque antes me lo había adelantado
González Badiali que se había extraviado
El retrato imaginado de Arolas concebido por
el artista, cosa que le provocaba un hondo pesar, pero no obstante, estaban
allí, ante nuestra vista, Gardel en Yankilandía, Orquesta de señoritas, Madame
Ivonne, Paquita la bandoneonista, Milonguita, La vitrolera, El malevo y El Cafishio.
Que decir de un Gardel rodeado de cuatro
rubias en una suerte de bacanal, una mujercita menuda con el bandoneón
desplegado sobre sus rodillas representando a la mítica Bernardo, el malevo de
rostro adusto e infaltable cuchillo, la vitrolera de ojos penetrantes junto a
aquellas bocinas de un tiempo que ya no queda, la milonguita de generoso escote
sentada a la mesa del bar, el cafishio con el infaltable “haren” en torno, los
colores, las expresiones de los personajes la manera armoniosa de integrar
grupos hacían un todo que me fascinaba.
Privilegié el tango pero no dejé de
admirar a La alemana regordeta, la imagen religiosa con los poderosos, los
sicarios y los bienaventurados junto a Jesús, Las madres de Plaza de Mayo y sus
pañuelos blancos característicos en un solo clamor,
La globalización y sus
consecuencias en las capas más castigadas de la sociedad el amontonamiento que
supone el viaje en subte, el retorno a casa en un repleto tranvía, los siete
locos, el aglutinamiento ocupacional, en fin un abanico abierto generosamente a
otras cuestiones, todas abordadas por un artista nonagenario ya, pero de una
vitalidad admirable.
Felicitaciones Jorge González Badiali, a
su familia cuidando cada detalle, a la Dirección de Cultura de Vicente López
que permitió se cristalizara la muestra y a todos los que decidimos hacernos
eco de la convocatoria por lo bien que aprovechamos nuestro tiempo.
Como aún quedan días para visitarla
desarrollé esta nota con la esperanza de alertarlos a que no se pierdan una
muestra de excepción. Recuerde desde hoy 31 de julio hasta el sábado 4 de
agosto inclusive pueden visitarla desde las 9 de la mañana a las 17:00 horas.
La entrada es libre y gratuita y realmente vale la pena concurrir.
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