Bajo este título y un subtítulo que me
ponía más en tema, ”La muerte de Carlos Gardel ¿Crimen o accidente?” me dispuse
a leer con curiosidad este trabajo minucioso que el escritor mendocino Alberto
Labrador Rubio me hizo llegar muy gentilmente.
No tengo la suficiente idoneidad para
convertirme en crítico de una obra y por supuesto no voy a opinar más que como
lector y gardeliano que soy, al que el interrogante lo atrapó desde el primer
momento y lo hizo devorar ávidamente cada una de las páginas.
Nací en 1950, casi quince años después que
el gran cantor pasaba a la inmortalidad y confieso que esta instancia en que
perdía la vida terrena no admitía para mí, de acuerdo a lo leído al respecto, la
más mínima duda.
Había descartado por poco creíble aquella
versión de la riña dentro de la nave donde Gardel habría recibido el impacto de
un proyectil puesto que estaba suficientemente probado que aquella bala había ingresado
perforando su pulmón izquierdo, sin orificio de salida, el 11 de diciembre de
1915, al producirse un altercado entre el bando agresor y el grupo en que
además de Gardel lo integraban el actor Elías Alippi y Carlos Morganti. Para
certificar ello Labrador Rubio cita el testimonio del profesor Dr. Ricardo
Donován, pronunciado en una clase de patología quirúrgica celebrada en 1948.
Cuenta el profesional que, en condición de practicante, más de tres décadas
atrás, asistió al cantor en el hospital Ramos Mejías, asegurando que por la
cercanía con el corazón y la evolución favorable que experimentó el caso se
decidió no extraérselo.
El libro se ocupa largamente también de su
origen, su relación materna, su niñez en el abasto, la relación con Isabel del
Valle y otras mujeres que rondaron su vida, acaso también de otros episodios
díficiles que no llegaron fortuitamente a ser trágicos como el sucedido en los
estudios de grabación de la casa Max Glücksmann, que acaso pudieron ser
premonitorios, y de la importancia suprema de Carlos Gardel como ídolo de
multitudes en el ámbito local e internacional y de su relevancia en lo que al tango se refiere.
También narra la desvinculación de la
Paramount y las inquietudes empresariales del “Zorzal” para establecer en
Buenos Aires equipos de filmación de alta tecnología para producir sus futuras
películas, la rivalidad empresarial entre las compañías de aeronavegación, la
Scadta alemana y la Saco, colombiana, el cambio sorpresivo del piloto del
trimotor F31, la posible conspiración mafiosa en el episodio, etc.
Para robustecer más su hipótesis hace una
cita que reproduzco textualmente: “Hay una crónica fatal sin precisiones y
contradicciones, donde las causas del accidente no pudieron detectarse sobre
los restos de esa masa informe y calcinada, ya que no eran coincidentes, salvo
una, la que se manifestó muy fugazmente o como agregando una posibilidad más, pero
que fue descartada inmediatamente por todos los técnicos: el atentado”.
Para agregar después “De lo que no hay
dudas es que hubo un testigo colectivo, principal, creíble y autorizado: el
público que vio horrorizado impotente la escena donde el F31 comienza a
levantar vuelo y se parte en dos. Había miles de testigos que, con sus manos en
alto, saludando al genio, se quedaron colgadas en el espanto. Pero como es
costumbre o ley, cuando se manejan fuertes intereses, vale más callarse a que
lo tomen por loco, mentiroso o que en cierta medida peligre su vida”.
Es aquí donde Salvador Rubio suma otro
interrogante más, su muerte, a los ya muchos que envuelven la vida del
“Zorzal”, la identidad de su padre, el lugar de nacimiento, su presunta prisión
en zonas australes, sus relaciones con el sexo opuesto, etc.
Me voy a quedar para concluir con un
párrafo del autor: “Tu espíritu se eleva de la impotencia a la omnipotencia,
desbordando luz sobre el reino de la música, de lo exquisito, de lo inimitable,
para luego convertirse en una tenue llovizna de esencia divina que se derrama
sobre todos aquellos que sienten su vibración, potenciando la transformación
del mayor mito, símbolo y genio de la canción popular…,porque representa el
centro de un drama que trasciende los límites de lo emocional , de lo
inconcebible…, de la genialidad”
No domino el rol de investigador para
aseverar o desmentir los datos aportados por Salvador Rubio pero sí me atrevo a
recomendar la obra. Me parece un texto de amena lectura escrito con una
tremenda capacidad narrativa no exenta en responsabilidad y calidad de
expresión, digno de incorporarse a la mejor biblioteca.
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