Por Rubén Fiorentino
Dos pasiones populares como las
enunciadas dan mucha tela para cortar. Como fanático de ambas escribí y estimo
seguiré escribiendo, artículos que las contengan y relacionen. El pasado sábado 6 de Agosto fue momento
propicio para que me pusiera a redactar éste. En esa jornada se reunían para
celebrar, como cada año lo hacen, los integrantes de un recordado equipo de
fútbol de esa parte puntual de San Isidro que es La Calabria.
El Nuevo Alumni sumaba a su haber el
sexagésimo tercer aniversario, había que festejarlo y así lo entendieron esos
muchachos de cabezas blancas que dejaron por un día la mesa familiar para
concurrir a la cita en la Sociedad de Fomento Andrés Rolón. Cita de honor con
un pasado siempre fresco en los recuerdos.
Alrededor de las amplias y dispuestas mesas
advertía apellidos que supieron integrar las distintas épocas de tan renombrado
team. Estaban Jara, Lauría, Mineo, Lloret, Sita… y tantos más que mi memoria no
lograba identificar. Y también estábamos para compartir tan feliz momento
representantes de otros equipos barriales, Chiche Servideo, Jorge Bottino y quien esto
escribe, además de Mario Calónico cuyo vínculo con el deporte pasó por el lado
del atletismo pero nunca renegó de esta pasión de multitudes.
Las anécdotas, la presencia del “tano” Luis,
vía telefónica desde la península natal donde ahora reside, el recuerdo para
los ausentes Eugenio Zanotti, “Navarrito” y los consagrados en el fútbol grande
Dieguez(Deportivo Español) y “Manolito López(Platense), aquel punto de reunión
en el siempre añorado “Café de los Angelitos” en Alberti y Don Bosco, la
evocación del día que en cancha de Chacarita Juniors, Lloret se iba expulsado
por reaccionar ante una sobrada de Abeledo, aquel entreala que surgido de
Independiente, que pasara después por Nacional de Montevideo y Boca Juniors
donde llegó como parte de pago del pase de José Francisco Sanffilippo, la
desaparecida cancha de Las Casitas….
Son esos momentos que no querés
que terminen nunca, a esos que seguramente, los que llegábamos “de afuera”
queríamos agregarle nuestros propios recuerdos del Sputnik, el Tomber, Viento
Norte, Estrella de Oro, Los Tanos, Corazones Unidos de Beccar, Alto Perú, Monte
Viejo, Almafuerte o acaso Los Magos.
Los tangos recogieron algunas de aquellas
formaciones como La mascota del barrio que hace mención a Once Estrellas, El sueño del pibe donde se perpetúa a Oeste Argentino, Un
tango para el recuerdo donde el autor hace referencia a Tradición y que en la
versión grabada por Troilo con Tito Reyes el cantor cambia por Resplandor un
equipo afín a su propia infancia. En Carbonilla se cita a Los Once Corazones.
Fue esta la manera de testimoniar en las distintas obras ese semillero
inagotable que nutría al fútbol profesional desde cada uno de los barrios.
Mencionaba esto a manera de prólogo, de la
sorpresa que surgiría a los postres. Un pequeño espectáculo de neto corte
tanguero planeado por “Tato” donde sobresalían Alberto Casas de dilatada
trayectoria y Jorge Espósito de un presente formidable. Tras cosechar los
aplausos de rigor por la magnífica entrega que habían brindado a los presentes
y el momento risueño de Casas cuando acusó sin pudor la edad en aquel pasaje de
El conventillo “Y hoy que estoy… a dos de cumplir noventa” vendría lo mejor…el
estreno de una nueva obra.
Su título El Nuevo Alumni donde
el cantor Jorge Esposito musicalizó los versos que hace algún tiempo escribiera
Ulises Ángel Sita, lo registró en SADAIC y luego lo grabó. Confieso que la
interpretación en vivo del cantor arrancó aplausos, vítores y también alguna
lágrima de quienes, integrantes o allegados a aquella formación se sintieron
contenidos en esa página que en breves tres minutos, resume un cúmulo de
emociones vividas imposibles de olvidar.
Parafraseando a Julio Elías Musimessi, “Chiche” en sus sentidos versos
demostró que “en el cuadro que les nombro, el que ataja…es un poeta”. Una vez
más tango y fútbol se fundían en una obra que reafirma mi declarado berretín de
reunirlos.
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