domingo, 21 de julio de 2013

"Centenario con amigos"

Crónica

Por Rubén Fiorentino
Pudimos bien haber denominado el espectáculo “La noche con amigos” dado precisamente el día que se celebraba en esa jornada, pero para evitar plagiar en el título al bueno de Lionel Godoy y considerando que la entidad a la que íbamos a visitar alcanzaba su primera centuria de vida creímos que “Centenario con amigos” le cuadraba mejor. A pesar de la inclemencia del tiempo y la tentación superada de muchos de nosotros de juntarse ese día con los gomías del alma, el salón de Aristóbulo del Valle 199 presentaba un marco propicio para  que el Centro Cultural del Tango Zona Norte se asociara a tan magna celebración.
Algunas cosas confieso, previamente me tenían preocupado. La inoportuna disfonía de Nora Bilous que con pesar me anunciaba esa misma mañana que no se hallaba en condiciones de participar del espectáculo como estaba previsto y las reducidas dimensiones del original escenario para la necesidad de albergar a los numerosos integrantes de la banda escuela eran algunas de las más importantes. No obstante ello, sabía de la jerarquía de los artistas convocados y que los esfuerzos que hicieron los miembros de CD y conductores de programas radiales para darle difusión al evento fueron denodados por lo que auguraba el lleno que a las 20 presentaba la sala. Me atrevo a asegurar que no falto nadie. Todas las entidades amigas estaban allí, la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri”, la Asociación Histórico Cultural “El Cañón”, la Asociación “Hijos y Amigos de San Isidro” el “Club Los Abuelos de Beccar”, la Asociación de Jubilados y Pensionados de Standard Electric”, la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de San Isidro, la Sociedad Argentina de Escritores Zona Norte, los “Amigos de la Plaza 9 de Julio” de Martínez, la Sociedad Alemana de Olivos, el Centro de Estudios Históricos Martinense y por supuesto la Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia”. Todos habían mandado a sus representantes. También los había de ciclos radiales de AM Amplitud, y FM Sónica y FM Férnix y contamos además con la grata presencia del Secretario del Consejo Escolar de San Isidro, Sr. Jorge Semino lo que seguramente no era poco. 

El inicio lo produjo a la hora prevista Jorge Gatti con las palabras de bienvenida, quien inmediatamente me cedió la palabra como presidente del Centro Cultural. Todo cumpleaños que se precie de tal debe contar con regalos y la institución a la que represento obsequió a los homenajeados en la persona de su máximo representante, Héctor Arias, un pergamino conteniendo un poema lunfardo referido a tan cara fecha que me atreví a hacer público.



Después del agradecimiento de rigor del Sr. Arias, conmovido por los “lunfas versos”, el galardonado conductor de “Gattitango” no “con bombos y platillos” como suele decirse pero sí con trombones, flautas, clarinetes, saxos, trompetas y algún instrumento de percusión anunció a la Banda Escuela de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri” dirigida por el Sr. Hernán Ghiotto.  Dieciséis músicos, el director y una ocasional cancionista como Alejandra Leukert nos ofrecieron un momento inolvidable. Arrancaron nada menos que con La cumparsita, siguieron con Mi Buenos Aires querido y remataron con Nostalgias donde la dama nos mostró su rico bagaje interpretativo. A pedido del público debieron hacer una nueva interpretación y el maestro Ghiotto haciendo gala de pertenencia a la entidad que representa abordó una vieja obra del cancionero de la península itálica como es El vapenciero que el público celebró de buena gana.  Agotado el “bandálico” hecho artístico, si con “b” como corresponde a tan singular grupo de músicos, llegó el momento del talentoso pianista, director y compositor Tito Ferrari.







El hombre de Carapachay, junto a su infaltable fueye y contrabajo que habitualmente lo secundan, inició su labor con un clásico de Juan de Diós Filiberto, Quejas de bandoneón seguido de otra página no menos importante del cancionero ciudadano Organito de la tarde, de Cátulo y José González Castillo. 



Después de este auspicioso prólogo y ya con las palmas rojas de aplaudir el soberano se aprestaba a recibir al primero de los cantantes solistas que nos regalaría la noche. Era nada menos que Juan Carlos Guillén, el experimentado hombre de Beccar, trajinador de incontables escenarios, que llegaba a esta casa de la cultura para brindarle al público lo más selecto de su rico repertorio. Comenzó con Ventarrón, siguió con Cuesta abajo para finalizar con el vals peruano Me duele el corazón. Para finalizar es un decir pues debió volver satisfacer los pedidos con Malevaje, con el que coronó una actuación memorable. 











En tanto aquello sucedía se aprestaba para entrar al ruedo la exquisita Norma Labat. Me permito decir que Norma es un producto genuino del Centro Cultural. Recuerdo que finalizaba la década del noventa del siglo que Discépolo bautizara como Cambalache cuando en la vieja sede de Pirán 444, nuestra amiga que entonces cantaba folclore, comenzó a entonar sus primeros tangos. Mucho tiempo pasó de entonces, que por lo demostrado el sábado no fue para nada en vano. Con una personalidad digna de una consagrada nos regaló Cantando, Nada, Pequeña para cerrar nada menos que con Sin palabras. Después de escucharla bien valía aquella célebre frase de Carlitos: “la barra completamente agradecida…"

El cierre estaba próximo y tras el breve intervalo que imponían los estómagos ansiosos de manducar las ricas vituallas que habían dispuesto los dueños de casa, volvía a tomar protagonismo el Trío Tito Ferrari que nos hacía escuchar aquella formidable página de Rosita Melo, que si hacía falta nombrarla es Desde el alma. 

Una voz privilegiada sería la encargada de ponerle broche a la centenaria fiesta. Para mí gusto personal quizá la mejor de este tiempo que nos toca vivir. Raúl Funes, con toda su calidad y oficio, estaba frente a nosotros para ofrendarnos Una emoción, Ventanita de arrabal, Romance de Barrio y una insuperable versión de Balada para un loco, además de jugosas anécdotas de su deambular por el mundo llevando siempre como estandarte la bandera del tango. A ellos tuvo que sumarles El conventillo por pedido de los “fanas” que pretendían retenerlo hasta que “ya no ardieran las velas” como se decía en otro tiempo. Después que se acallarán las ovaciones que despertó su actuación poco restaba por agregar y esto lo entendió el público, que no obstante se quedó para ese cierre tradicional de las antiguas milongas que dio el maestro Ferrari y sus muchachos imprimiéndole vida a los compases del llamado “Himno del Río de la Plata” aquella marchita carnavalera sin mayores pretensiones de Gerardo Matos Rodríguez a la que el maestro Roberto Firpo le  diera impronta tanguera hasta convertirla en “el tango de los tangos”…

Después de esto todo estaba dicho pero restó tiempo aún para que Gatti presentara a la CD en pleno del Centro Cultural, responsable absoluta que nuestra música ciudadana brille cada vez con más fuerza en esta parte del conurbano bonaerense.

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