domingo, 19 de mayo de 2013

Se fue un grande


Por Rubén Fiorentino
Eran las primeras horas de la tarde del domingo 19 de Mayo cuando me enteré de un hecho luctuoso sucedido en la víspera. Por supuesto me invadió la tristeza por tan lamentable pérdida que seguramente comparto con quienes supieron valorar en él además del magnífico actor y destacado cantante al ser humano. 
Lo conocí personalmente hace casi veinte años en la Plaza Mitre de San Isidro, familiarmente llamada “ Plaza del Reloj” por el singular artefacto floral de registrar las horas que en ella se aloja. Fue durante un homenaje a Francisco Canaro donde concurrió para cantar acompañado de la Orquesta símbolo y del Quinteto “Pirincho” que comandaba entonces Oscar Bassil. Con mi “medio hermano” Jorge Bottino hacíamos por entonces nuestras primeras armas en la radio y grabador en mano nos acercamos, concluida su actuación, para realizarle una nota. Tomó la iniciativa Jorge y ya con la primera respuesta me dio la pauta del ser humano que tenía enfrente.  Le expresaba mi “medio hermano” la satisfacción que experimentaba de hacerle una nota a tamaño artista y él, con la humildad de los grandes, respondía: “yo apenas soy un intérprete o acaso un actor que se ciñe a un libreto. Artista es un creador…alguien que da vida a una obra para que los demás admiren”. Después de haber atendido con total deferencia a dos ilustres desconocidos como nosotros, humildemente nos solicitaba que lo orientáramos para volver con su auto a Capital Federal. Al igual que Rafael Carret era amigo personal de nuestro querido Atilio Spadaro y merced a él logramos llevarlos a ambos a nuestra “patria chica”. 
Al popular “Pato” tuve la suerte de presentarlo en los Bomberos Voluntarios de San Isidro en ocasión de un acto institucional organizado por la Asociación Histórico Cultural “El Cañón”.  En tanto, con el amigo que debió partir hice lo propio en la vieja sede del Centro Cultural en Pirán 444 de Martínez. No fue la única vez que compartiría cosas con nosotros. También lo hizo en otra oportunidad en la Sociedad de Fomento Andrés Rolón donde, cuando ya no contábamos con instalaciones propias, celebramos un nuevo aniversario de la entidad. También recuerdo cuando a consecuencia de su vista gastada, apoyado en el brazo de Jorge y mío, recorrimos juntos el casco histórico de San Isidro con las tradicionales serenatas organizadas por “Hijos y Amigos de San Isidro” y también cuando en la misma jornada y una vez concluido el tributo a las damas, en la Casa de la Cultura del Partido se improvisó con los cantores que habían participado de la serenata y él un espectáculo artístico. Fue una cosa espontánea que generó al brindarse sin retaceos al público y una retribución cariñosa de este que no lo dejaba abandonar el escenario. Su actuación de aquel día se prolongó a punto tal que hacía impacientar a los que aguardaban por actuar, que seguramente se habrán tentado de arrebatarle el micrófono que con tanta maestría empuñaba. 
Quien esto escribe, “bostero de alma” le apuntaba a este declarado riverplatense la escena del film Trompada 45 cuando la caballería llega en el momento justo a resolver una situación al son de la Marcha de Boca Juniors y ambos celebrábamos el recuerdo. Sin caer en exageraciones me permito afirmar que fue junto a Zelmar Güeñol, Rafael Carret, Jorge Luz y Juan Carlos Cambón un grande del humor, que desde aquellos inolvidables programas radiales o acaso de las películas nos hacía vivir momentos tan agradables. Que también cuando se lo proponía y más allá de las imitaciones que solía realizar fue un lucido cantante y ya de mayor demostró su bagaje de actor en trascendentes ciclos que difundió la “pantalla chica”. 
Se va con Guillermo Rico un grande de verdad y a nosotros nos queda el recuerdo de los momentos vividos y la frustración de aquel film homenaje que proponía el desaparecido Rolando Polito a los Grandes del Buen Humor que jamás se pudo concretar, lo mismo que hacerlo Socio de Honor del Centro Cultural donde en reuniones de CD aparecía como primer candidato. Se fue el pintón que enamoraba a las damas mientras sus compañeros cometían los más grandes desaguisados, el cantor de recia estampa que se lucía como Guillermo Coral en la formación de Canaro y el actor maduro de “Rolando Rivas, taxista” pero su recuerdo vivirá siempre en nosotros a quienes le dedicaste a lo largo de tu carrera profesional lo mejor que pudiste ofrecernos. 

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