CRÓNICA
Por Rubén Fiorentino
Una jornada
desapacible en lo que hace al clima, conspiró para que el espectáculo “Tangos
pal´trompa” organizado por el Centro Cultural del Tango Zona Norte tuviese el
marco de público que se merecía. Si a ello le sumamos que mientras llevábamos
adelante nuestro acto institucional la televisión pública pasaba en directo el
partido que disputaban Boca Juniors y Colón de Santa Fe, la cosa no podía
pintar peor. No obstante ello, nos reconfortó que desafiando las inclemencias
una buena cantidad de gente, que no colmó la sala, pero que trató de disimular
ausencias, nos acompañara en la víspera de esta crónica.
Asociándonos a los
festejos que año a año se producen en el Partido de San Isidro, recordando al
Santo Patrono, la institución que tengo el honor de conducir programó
esmeradamente este acto. Como
siempre abría el fuego el tango emblema, De Academia, para dar paso después a
la presentación de lo que sería el espectáculo a cargo de Rafael Ruffet.
Seguidamente
me tocó dar la bienvenida a los presentes y augurarles una noche feliz, al
tiempo que como prólogo de una jornada pródiga en tangos, les dejaba mi poema
Pinceladas sanisidrenses. Una inoportuna disfonía nos privaba de contar con Juan Carlos Guillén pero prontamente Hugo Palmer fue designado para suplir la ausencia con lo que la jerarquía del espectáculo a mostrar no se vería resentida, cosa que a la postre quedaría reafirmada sobre el escenario.
Fue el Trío de Tito Ferrari quien inauguraría
musicalmente la noche con dos temas instrumentales: Quejas de bandoneón y
Organito de la tarde que sirvieron para entusiasmar a una atenta platea que
empezaba a enrojecer palmas al cabo de las interpretaciones.
Tratándose de
celebrar la festividad del Santo Patrono, que mejor que fuera un local, Héctor
Moyano, nacido en pleno casco histórico de San Isidro quien le empezara a poner
la calidez de la voz a las melodías de los músicos. Se lució el popular
“Poroto” con páginas como Remordimiento, Fueron tres años, De igual a igual y Toda
mi vida que servían para convencer a los asistentes que había valido la pena
acercarse hasta 9 de Julio para presenciar el espectáculo.
Confieso que no
había previsto tanta exposición mía en esta ocasión pero la fecha imponía
recordar a Aníbal Troilo, a 38 años de su partida, más contando en la platea a
fanáticos de “Pichuco” como Aníbal Hugo Gabarrella y Julián Blanco y con el
guiño cómplice de Ruffet que me preparó la entrada, salí a ofrecerle al público
aquel hermoso poema de Julián Centeya titulado “El bandoneón mayor de Buenos
Aires”.
Acontecida la recordación Hugo
Palmer entraba al ruedo para ofrendar a la exigente platea un rosario de tangos
que se inició con Volver, prosiguió con Uno y No nos veremos más y culminó con
una memorable versión de Caña.
Acallado el eco de los vítores y aplausos era ya
tiempo de un nuevo instrumental y no se hizo rogar el maestro Ferrari que nos
deleitó con Chiqué la inolvidable obra de Brignolo.
Otro nativo del Partido,
éste de la ciudad de Beccar, me refiero a Sergio Guzmán sería el encargado de
no hacer decaer el interés, que a esta altura de la noche comenzaba a manifestar
la gente y vaya que lo hizo. Comenzó su
actuación con una página poco trajinada por sus colegas cantores, Con la otra,
siguió después con el clásico Pasional, inmediatamente abordó Dos
fracasos para culminar con una muy aplaudida versión de Cuando estemos viejos.
Producida
la actuación del beccarense, un consagrado Roberto Chaleán ocupaba el centro de
la escena y respondiendo con creces a las expectativas nos regaló en su
personal estilo obras como Tinta roja, Flor de lino, Contame una historia,
Cosas olvidadas, Como dos extraños para cerrar con La última curda.
Había más
todavía y como prólogo a la despedida el maestro Ferrari y su trío emprendieron
con Canaro en París, Fernandito, página que compusiera el maestro hace
diecisiete años como homenaje al nacimiento de su nieto y Mano brava. Por el
pedido especial de Ruffet y de la concurrencia que no se resignaba a que
concluyera su actuación debió acceder al acostumbrado otra, con el inolvidable
vals de Rosita Melo, Desde el alma.
Ahora sí, el chan chan del final estaba
próximo y lo dio el elenco en pleno, ese poker de ases que logramos reunir,
Moyano, Palmer, Guzmán y Chaleán que nos dijeron desde su canto ese clásico de
Gabino Coria Peñaloza y el maestro boquense Juan de Dios Filiberto, Caminito.
Solo restó la invitación a futuros actos institucionales como el descubrimiento
de la placa que recuerde el octogésimo aniversario de la actuación de Carlos
Gardel en el desaparecido cine Astro de Martínez el próximo 13 de Junio y el
agradecimiento a todos por su presencia en la sala.
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