Por Rubén Fiorentino
Parafraseando un viejo título de Edmundo Lionel
Rivero llevado al disco por el cantor el 31 de Marzo de 1949, cuando aún se
lucía en la formación de Aníbal “Pichuco” Troilo, quienes ayer concurrimos al
Salón de los Angelitos Horacio Ferrer
pudimos disfrutar de una jornada signada por esas características. Desde
el instante mismo que Fabio Zerpa, sin platos voladores a la vista y haciendo
gala de conocimiento y profesionalidad no exenta de emoción para con el “negro”
“gomía” dio el inicio, todo tomó esa coloratura.
En verdad, cachito más,
cachito menos todos nos sentíamos “negros” amigos y jamás hubiésemos apelado al
INADI argumentando discriminación, muy por el contrario, era para nosotros un
halago. Entonces cada hecho que se iba produciendo hacía más negra la cosa,
desde Marcelo Olivieri, el académico “lunfa” que prometió editar “negro” libro,
pasando por Marta Pizzo que deleitó con “negras” poesías y por supuesto, las
otras damas, “Las perlas del Tango”…¡Mamita…que “negras”! Patricia Barone, Lola
Barrios, Raquel Buela, Silvia Nieves y Viviana Scarlassa que robaron
interminables ovaciones de quienes poblaban masivamente la sala, con su “negro”
repertorio, o Mariana Avena que lo hacía desde una pantalla dispuesta a tal fin
al frente de la “negra” audiencia. En verdad las muchachas hicieron quedar como
un duque a su mentor, nuestro vecino y socio del Centro Cultural del Tango Zona
Norte, Claudio Durán, ausente en la ocasión por una inoportuna enfermedad.
Quien esto les narra, de entre tanta negrura buscó y encontró rostros de
“gomias” que dijeron su presente. Allá en primera fila, tirándome el saludo
cuando me reconoció Leticia Pérez de la Riestra, la hija del recordado Charlo,
a su lado el querido Hugo Enrique Salerno, “El Quijote de la gorra”, un poco
más atrás ese cantorazo que es Roberto Chaleán y allá al fondo de todo, minga
de sillas, a Gabriel Soria con quien cambiamos efusivo saludo. Quedaba aún el
cierre que aguardaba, como no podía ser de otra manera, a cargo del “negro”
mayor, ”El Hetor” como dijeran en el rioba, que se despachaba con dos obras de
su autoría, cuando ya la noche nos envolvía con su “negro” manto.
Así sin
estridencias pero con una fuerte emoción se desarrolló esta jornada organizada
por el Cuadro de Amigos de la Academia Nacional del Tango y me reconforto de
ser uno de los muchos privilegiados que pudieron asistir.
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