martes, 18 de diciembre de 2012

Para el arbolito, las obras ganadoras

Una nueva edición de nuestro ya clásico Certamen Literario culminó el pasado sábado 15 de diciembre en el Teatro del Viejo Concejo con la coronación de los triunfadores del mismo.
Lamentablemente no fueron muchos los concursantes que se acercaron para disfrutar del espectáculo y gozar del merecido aplauso de la concurrencia por haber aportado su granito de arena a la cultura popular. Sin embargo tuvimos el gusto de  recibir a Ricardo Biglieri, quien desde Pergamino nos sorprendió como representante de su amiga Elida Cantarella, a Sergio Omar García, de "Los Poetas del Encuentro", que se adjudicó el Premio para Entidades de Cuento (junto a Norma Fernández y María del Rosario Lorenzo), Eduardo Roberto Kerschen, el oriundo de Garín siempre fiel a nuestras convocatorias y por supuesto los "campeones"...
Sabíamos de antemano que Delia Fernández Cabo no iba a poder cruzar el charco desde su Canelones cotidiana, puesto que los pasajes estaban agotados por la visita de Madonna a nuestro país. Era tanta su desazón por no poder estar que nos envió un poema en honor al tema del concurso. De todos modos se las ingeniaron para tener presencia en el Teatro del Viejo Concejo de San Isidro a través de Yudi Alvarez, quien recibió en su nombre el trofeo y diploma que la acredita como vencedora del año 2012 en Cuento.
Quien volvió a honrarnos con su presencia fue "el Vasco" Adolfo Zabalza. Luego de varios lauros, el pergaminense se coronó por primera vez en uno de nuestros certámenes y su alegría nos contagiaba. 
Como pudieron observar en el video de la crónica de la velada ("Letras..."), Zabalza subió al escenario a recibir su premiación y a ofrendarnos los riquísimos versos que le otorgaron una merecida victoria, tal como juzgaron Juan José Galo, Héctor Negro y Roberto Selles.
Sólo quedaba el obsequio de los libritos con las obras galardonadas (hasta el quinto puesto) y la convocatoria para una nueva edición, el año próximo, de nuestro tradicional concurso tanguero que tendrá como temática: "Esquina de tango".

Para el final, queremos regalarles las obras ganadoras del XII Certamen Poético y VIII de Cuento Breve, para atesorar antes de las fiestas que se aproximan. Queremos augurarles lo mejores deseos a Uds. y a sus respectivas familiar, brindarles nuestra gratitud por la confianza depositada y las atenciones de todo el año y la esperanza de reencontrarnos oportunamente en 2013.   

Lunfardeando
       Era una noche invernal, larga noche de julio, propicia para gastar el ocio conversando. En el comedor de aquella casa de los suburbios tres hombres dialogaban al calor del hogar encendido, que atenuaba el frío que se colaba por las rendijas de las persianas vencidas. Por dentro se templaban a puro mate y algún trago. En ocasiones la conversación se volvía ríspida, envalentonada por la razón que cada uno creía tener, o descendía hasta el murmullo cuando se dejaba envolver por los recuerdos de Don Francisco, el mayor de los interlocutores. Y el tiempo iba y venía deslizándose a través de los años y las experiencias de cada uno.
       Allí estaban: él con sus ochenta largos, su hijo José y su nieto Fernando. Don Francisco conservaba la apostura de sus años jóvenes pese a que la vejez le había adelgazado bastante. Y aún mantenía intacta la memoria. De pronto, con voz queda, como hablando consigo mismo dijo: -la zabeca me funca al pelo; las tabas me responden y a la huesuda no la pienso dejar entrar por ahora.
Acompañó la cavilación ajustando el lengue de seda blanco, resabio de su época de compadrito cuando era habitué de la zona portuaria, de cabarets y milongas.
-¡Lujo, viejo! contestó José mientras le acercaba el mate a cambio del vaso de grapa con limón que estaban compartiendo.
       Vestía equipo deportivo que le servía de abrigo y le permitía sentirse joven y moderno. Calzaba unos míticos All Star. José, ya cincuentón, estaba pasando por un virulento viejazo. Según él tenía onda. Usaba unas pilchas y llevaba una vida más adecuada a la edad de su hijo, que rondaba los  veinte años.
       Fernando  observaba la escena, hablando poco, enfundado en un jean tajeado, un canguro y unos championes con resortes como los de los grupos de moda. De vez en cuando esbozaba una sonrisa ante las anécdotas del abuelo o sofrenaba un bufido reprobatorio por los comentarios hirientes del padre. De la botamanga asomaba un tatuaje pequeño, como un collar, que se lo habían hecho cuando le grabaron el barco pirata que lucía en el antebrazo izquierdo. Usaba caravanas en las orejas y un arito en una de las cejas.
       Como digo, Fernando se mantenía al margen de la conversación limitándose a escuchar. Hasta que: -¿Y que me dice, viejo, de la pinta de los gurises de hoy en día? ¡Cómo hablan! Da vergüenza. ¡Mejor ni acordarse de las guarangadas que escuchan!
-Me gustaría que el botija dijera lo suyo.
Fernando miró a su abuelo y pesando las palabras dijo: -miren,  soy fana de La
Vela Puerca y los Wachiturros. Soy un chabón que toma alguna birra los finde; no curto merca; no choreo y por ahora con las guachitas sólo un  toco y me voy. Si me juzgan por la pinta, me lo banco. No me meto en bardos; nunca me agarró la yuta y por ahora,¡ joya! Si algún melena de mi tribu se pasa de vivo en el boliche, le echamos flit. No queremos lío con los patovicas. Cuando hay que estudiar, estudio. Cuando quiero conectarme, voy al Cyber. Si hay fiaqueta y el veterano me pasa unos mangos, me voy a una fastfud. Si no, morfo lo que me de la vieja.
-¿Vio?,¡ Qué manera de hablar!
-Mirá, si te canto la justa te digo que me recuerda mis años mozos. Y revivo cada una de mis garufas. Yo iba a las milongas, él al boliche y vos, si mal no recuerdo, a la boite. Yo curtía el burdel, vos la amueblada y él esa expresión  que escucho muy seguido en la tele en boca de Moria Casán. Yo morfaba en el bodegón, vos en el restó y él …
-En la fastfud, abuelo.
-Miro los pelos del pibe duros de gel y me acuerdo de mis peinadas a la Brancato y de tu corte ridículo como el de aquellos ingleses que escuchabas en el combinado todo el día e imitabas sin asco.
-Pero viejo, no se gual. El que nace para pito nunca llega a corneta. ¡Por favor!
-Bueno,¿dónde está la diferencia? Yo te sigo mostrando en qué nos parecemos. Por lo pronto los tres chamuyamos lunfardo.
-¡Está chocheando!
-Y vos estás gagá. ¡Que vachaché! ¡ Reconocelo! Dijo Don Francisco queriendo dar por terminado el tema. Pero José insistió:-la música, viejo,¡la mú -si –ca! Enséñele a este lelo lo que es el tango.
-¡Por mucho que has de saber vos del gotán! Siempre fuiste roquero.
-Es cierto, anduve muchos años naufragando, frecuenté Kibon y escuché música recopada.
-Música gringa, dirás. Y cuándo tarareaste siquiera un gotán, decí, cuándo. Cuándo apretaste una mina franeleando con la excusa de un ocho, un firulete, una sentada…
-Era otra época.
-¿Y?... Esta también es otra época.¿Y sabés qué? Te siento más lejano que al pibe porque no reconocés que los tres lunfardeamos. Lo que pasa es que vos sos un chanta, te seguís fajando con la Bidú. ¡jaja!
       Fernando que escuchaba en silencio, de pronto alzó la voz y dijo:- yo conozco poco del tango que usté curte, abuelo. Pero escucho el que canta Mollo en Argentina y aquí “Bajofondo”.¡Cambalache es lo más! Mire, era una sorpresa que le iba a dar en un rato. Le pedí unos mangos a la vieja y compré dos entradas para ir a verlos al Cine Plaza. Juntos .Usté y yo.
Los ojos de Don Francisco resplandecieron de alegría. Fue hasta su viejo ropero, le sacó las naftalinas al sobretodo, se lo puso, comprobando con satisfacción que aún tenía facha; se ajustó el lengue y miró el gacho gris que le guiñaba desde el perchero. Lo tomó entre sus manos, lo acarició: primero la copa y luego el ala dándole cuidada forma a ambas. Y se lo calzó a lo Carlitos, de cotelete. Volvió a mirarse en el espejo oval en cuya luna cascada se apreciaba el paso del tiempo.
La imagen que le devolvió lo retornó al pasado y se sorprendió diciendo:-¡ahora paramos a un tachero y nos vamos los dos de farra!
-¡ A reventar la noche, winner! Le contestó Fernando, feliz al ver a su abuelo tan entusiasmado y tras golpear sus palmas contra las de él.
       José, queriendo entender, los  miró irse. Y quedó pensando…“El pobre viejo está piantado…” Salió a correr, como todas las noches. El MP4 ajustado a los oídos con los temas de las Stones; la botella de energizante y el paso atlético de veterano venido a pendex.…”¡Decir que los tres hablamos lunfardo!”…
Al pasar delante de una vidriera se miró como antes su padre frente al espejo. Él también quedó satisfecho. En ese preciso momento había hundido la panza. ¡Si parecía un pendejo!…”Botija, pendejo, chabón”…
Trató de imaginar qué estarían haciendo aquellos dos relocos y por su cabeza se cruzó la figura del padre haciendo pogo. Lanzó una carcajada solitaria e histérica que se fue transformando en un sollozo ahogado y convulsivo. Le hubiera gustado ir con ellos. Pero la rebeldía de los años setenta hediendo a pachuli, le había dado un tirón de orejas. Sí, la rebeldía, como la que hoy le molesta en su hijo y como aquella que llevó a su padre a la bohemia de tangos, fueyes, grelas, bodegones…
“La vida se repite. Todo termina siendo lo mismo. Hasta el chamuyo. ¡La pucha…!¡El viejo tiene razón!”…    

Delia Esther Fernández Cabo – Canelones, Uruguay




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