Crónica
Por Rubén Fiorentino
Sabía, cuando afrontamos el último compromiso
institucional del año, que el relato de lo sucedido en la jornada de la víspera
no sería igual de los otros actos que le precedieron. Un montón de
circunstancias jugaban para que sucediera de esta manera.
Ya la previa había sido difícil porque teníamos
que llegar contra reloj, en tiempo y en forma a confeccionar el cuadernillo
conteniendo las obras ganadoras del certamen, las bases de un nuevo certamen y
la clásica editorial que trata de reseñar lo acontecido en un año de labor.
Se había cruzado entre semana el descubrimiento
en la Plaza Carlos Gardel de la placa que recuerda el centésimo vigésimo
segundo aniversario del natalicio del “Zorzal”, hecho que le restaba tiempo a
otras tareas que debíamos realizar como mandar a grabar los nombres de los
ganadores del certamen y los que merecieron el Reconocimiento a la Trayectoria
y la Orden de la Amistad Tanguera. Había también que diseñar los pergaminos
para agasajar a poetas, cuentistas y entidades que recibirían la distinción. Comparando
la situación inmediatamente nos vino a la memoria aquella letra que Horacio
Ferrer escribe para Soy un circo: “Soy un payaso y si hace falta soy el oso, el
tony, el pony, el acomodador, el director de pista, el dentista del elefantes y
el tragafuegos”… Así se sentía Graciela Willis cuando acreditaba a los
concursantes del certamen y cámara en mano trataba de reflejar cuanto acontecía
en el escenario, del mismo modo Margarita Sosa, haciendo de anfitriona y
entregando distinciones a los homenajeados, Jorge Gatti que por distintos
imponderables debía modificar con celeridad la cronología de un espectáculo
perfectamente planeado que sufría alteraciones de última hora mientras no
perdía de vista su rol de conductor y acaso un servidor que colaboraba con el
nombrado, reconocía a las autoridades, representantes de entidades y medios de
prensa presentes, oficiaba de tesorero y en el tiempo libre, trataba de
memorizar lo que estaba sucediendo para volcar luego sobre el papel.
Minutos después de la hora prevista,
exactamente a las 20:18 comenzaba a escucharse el tango emblema, “De Academia”
que invariablemente fija los comienzos de cada acto institucional. Seguidamente
Gatti con el saludo de rigor y la presentación de lo que sería a la postre el
espectáculo me daba la necesaria entrada para darle la bienvenida a los
presentes y augurarles una noche feliz.
Jorge Ariel era el encargado de inaugurar la
jornada y como prólogo de lo que luego vendría resultó altamente satisfactorio
lo suyo. Este viejo cantor de cantinas saco a relucir todo su oficio para
arrancar los primeros aplausos de la noche ante un público siempre exigente
recurriendo a un repertorio tradicional.
Ante la imprevista ausencia de los bailarines Roberto Lot y Rosa Bustos,
otra voz conocida atrapaba a la audiencia presente en el teatro “Del Viejo
Concejo”. Se trataba de ese excelente cantor, a ratos difusor de tangos y
organizador de espectáculos que es Andrés “Chocho” Hidalgo. Algo gris ya el
cabello pero con la elegancia habitual luciendo un llamativo saco rojo “el
Chocho” continuaba con la línea de jerarquía prevista para la ocasión en que
cerrábamos un nuevo año de vida, precisamente en el que meses antes
celebrábamos nuestro décimo quinto aniversario.
En tanto, detrás del cortinado el maestro Lucho
Repetto y sus compañeros de U. B. Tango se salían de la vaina para mostrarse al
público sanisidrense. Inmediatamente anunciado por la verba florida de Gatti no
se hizo desear el músico arrancando con un instrumental que dejó enrojecida las
palmas de los presentes que así
demostraban su satisfacción por la entrega. Vendrían otros después celebrados
con la misma euforia hasta que llegó el momento de presentar a la voz invitada,
el formidable Raúl Funes, un vecino del que nos enorgullecemos que como siempre
respondió largamente a las expectativas. Con Jorge Gatti, Graciela Willis y mi
hijo Esteban, teniendo en cuenta otras versiones escuchadas, incluso en el
pasado reciente, coincidimos que su interpretación de Balada para un loco es
insuperable. Aunque justo es decirlo a mí me encantó por una razón afectiva ese
Romance de barrio que nos regaló la noche del sábado, la misma página que con
la voz de Floreal me acompañó como cortina durante mis diecisiete años como
difusor de tangos.
A la labor del cantor le seguiría una de las
máximas emociones de la noche, el Reconocimiento
a la Trayectoria que con justicia correspondió a la cancionista Marta
Cortés. Visiblemente emocionada subió la homenajeada para recibir de manos de
Margarita Sosa, Luis Ferroni, representante del San Isidro Automóvil Club,
Jorge Tirigall, presidente de Hijos y Amigos de San Isidro y el propio Raúl
Funes, compañero en tantos escenarios, el trofeo establecido para la ocasión,
el clásico pergamino y el libro donado por el historiador local y presidente de
la entidad que organiza las tradicionales serenatas.
Marta quiso de alguna manera agradecer el
reconocimiento pero como no le parecieron suficientes las palabras nos obsequió
Malena, que pese a las afirmaciones en contrario de mi amigo Pedro Nutz, “sigue
cantando desde el porfiado rezongo del fueye junto a los versos sin tiempo de
Homero”.
Siempre con el maestro Repetto regalándonos su
arte y también sus humorísticas salidas continuó el espectáculo, esta vez con
otro peso pesado sobre el escenario, nada menos que el joven y talentoso
Fernando Rodas. Estaba pactado previamente que el cantor interpretara tres
temas pero ni él ni la platea lo juzgaron suficientes y nos dio una jugosa yapa que todos
agradecimos. Es difícil elegir cual de los temas nos gustaron más, Duelo
criollo, Naranjo en Flor, Gricel… fueron una acabada demostración de un
relevante intérprete de nuestros días.
Seguía después otra entrega que me tocaba muy
de cerca, la “Orden de la Amistad
Tanguera” que en esta oportunidad recaía en un colaborador incansable y
responsable de este espacio en la web, Esteban Román Fiorentino, quien subía a
recibir su distinción que recibió de manos de Eduardo Willis, del “Club los Abuelos
de Beccar”, Ricardo Demelli, de la Asociación de Jubilados y Pensionados de
Standard Electric y de Margarita Sosa, quien se permitió una improvisada y
emotiva alocución. Agradeció en el micrófono Esteban restando trascendencia a
una tarea que hace con verdadera dedicación
y particular celo.
En verdad no había muchos concursantes
acreditados para recibir sus distinciones y no se pudo hacer en la forma
prevista de mantener la incógnita hasta el final, primero las menciones y los
premios menores hasta llegar a los triunfadores de ambos rubros. Entonces para
abreviar y dado lo avanzado de la hora se procedió a coronar a Adolfo Zabalza, triunfador en poesía.
El de Pergamino subió al escenario, se fundió en un interminable abrazo con
este servidor y deleitó a los presentes con la lectura de su trabajo. Delia Fernández Cabo no había podido
viajar desde Canelones, Uruguay pues estaban agotados los pasajes pero
mandó a una representante que retiró sus trofeos de Cuento Breve y el que
consiguió nuevamente en el rubro entidades para la Academia del Tango de Uruguay, con la colaboración de Teresa
Marzialetti de Gaspari, Olga Méndez Claverie y Cristina Rodríguez Acosta. En
esta entrega contamos con uno de los jurados, Hugo Enrique Salerno que
superando inconvenientes se había llegado a la tradicional sala de San Isidro. Como
si fuera un oxímoron, en el rubro Cuento Breve resultó ganadora la entidad “Los poetas del encuentro” de Villa
Ballester por los trabajos de sus representantes Sergio García (presente en la sala), María del
Rosario Lorenzo y Norma Fernández.
Minutos después previa entrega a los presentes
de los cuadernillos conteniendo las obras ganadoras culminaba una noche que
seguramente quedará por mucho tiempo en las retinas de los presentes como uno
de esos gratos momentos a veces suele regalarnos la vida.
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