Quienes estuvimos anoche, sábado 30 de Junio,
en la sala del cine teatro Stella Maris podemos certificar, que una vez más
como hace ya veinte años se cumple la eterna profecía troileana de ver al
“Zorzal” siempre llegando, como alguna vez lo hiciera a ese escenario que lo vio
desplegar todo su arte allá por 1933.
Volvió de la mano de un tano calabrés, Mario
Calónico, presidente de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural "Dante Alighieri", que fogonea estos actos, impulsado por su devoción infinita al más
grande cantor popular de todos los tiempos. Volvió reencarnado en hombres y
mujeres de hoy que siguen sus huellas y recogen sus enseñanzas. Volvió para
hacer cierto el milagro de cada día cantar mejor. Volvió una noche, como su
tango y no con la frente marchita como asegura Le Pera en otro. Tampoco hecho
millones porque el espacio físico no da para tanto, pero sí de cientos, como
abanderado de nuestra legión tanguera. Volvió en el recuerdo repetido hasta el
cansancio por el historiador Jorge Tirigall.
Lo percibíamos allí, en el viejo escenario de
Martín y Omar 399 que alguna vez fuera del cine Real. Estaba en los
desplazamientos coreográficos de Érika y Martín, en el decir galano de Rafael
Ruffet, en la capacidad aglutinante de talentos femeninos de Claudio Durán, lo
hacía además en Sueño querido, Los timbos y Siga cantando nomás aquellos temas
iniciales que nos regalaron con su natural capacidad Andrea Bollof y Sandra
Antonucci, “Las musas orilleras”. Lo
reconocimos también en la fuerza interpretativa de Carolina Martínez y el
eficaz acompañamiento de Jorge Cordone que nos ofrecieron Andate por Diós, Y te
parece todavía, para rematarla con Melodía de Arrabal.
Aparecía a continuación con Carla Ceccheto y
Mariano Botto que en gran estilo nos dijeron La flor de la noche, Tango al sur
y Lejana tierra mía. Lo reconocimos en Estela Bonnet y Claudio Parenti que nos
dejaban Cuando tu no estás, Murmullos y Por una cabeza y en Virginia Krammer y
Alicia Ferreira que nos deleitaron con Mensaje, Desencuentro y Golondrinas.
Teatro "Stella Maris" |
Se insinuaba también con Luis Migliori y ese
cuarteto virtuoso que desgranaba páginas instrumentales como esa selección de
valses vieneses, Alucinado, El huracán, El porteñito, Canaro en Paris, Quejas
de bandoneón, Tanguera, La cumparsita y otros cantados en impecable estilo por
Sergio Ugarte y Daniel Alexis como Remembranzas, Canzoneta, Por una cabeza, Yira yira, A
media luz, Caminito, La última copa, Y todavía te quiero y tantos otros que
sería largo enumerar.
Lo adivinamos en Gabriela Miguel y ese Honrar
la vida de Eladia Blázquez, Tarde o acaso en Pasional de Caldarella y Soto. Estaba en
el rostro radiante de Teresita Caparelli, en las señales aprobatorias de los
difusores Pedro Cahue, Jorge Gatti y Jorge Bottino quien alguna vez y para los
tiempos lo bautizara como “Unicato”, en Horacio que para la televisión local
cubría el acto en “Somos Norte”, se reencarnaba en la Asociación de Jubilados y
Pensionados de Standard Electric, en Hijos y Amigos de San Isidro, en San
Isidro Tradicional, en la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de San
Isidro, La Sociedad Italiana Unione e Benebolenza de Tigre, San Fernando
Tradicional, la Asociación Histórico Cultural “El Cañón”, el Círculo de Poetas de Boulogne, entidades estas que a
través de sus representantes cantaban el presente, aparecía en las lágimas del
propio Calónico citando a Raúl Méndez que a comienzos de semana había
emprendido la gira celestial, en la mirada atenta del director de la Orquesta de Conciertos de San Isidro, Juvenal Ghiotto y en mi recuerdo personal, cuando sobre ese mismo
escenario y acompañado del fueye de José Luis Philipp recitaba aquellos versos
de Humberto Constantini que nos afirmaba que “ y claro, lo deseamos y vino y
nos salió morocho, glorioso engominado, eterno como un Diós o como un disco, se
entreabrieron los cielos de costado y su voz nos cantaba: Mi Buenos Aires
querido”…
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