El flaco Oscar Guevara, más flaco y bailarín que nunca,
mostraba su nueva compañera, Lucía Villagra, a la que su condición de profesora
le daba el plus extra de contar con sus alumnos expectantes, ávidos de entregarle
el aplauso cálido, en términos futboleros “la hinchada”…Pavadita sonaba desde
una vieja grabación de Alfredo de Ángelis y los danzarines comenzaron a mostrar
un bagaje de cualidades que superaba las expectativas más exigentes. Esas
espléndidas figuras coreográficas fueron
el prólogo para que otros artistas tomaran la posta.
Hernán Ielapi, acompañado por su guitarra primero y por Julio Pérez y Rubén Salazar después
lució su joven y talentosa presencia en el tradicional escenario, que exhibía
de fondo el estandarte con el obelisco encorvado en posición de ejecutar el
bandoneón con el que nos identificamos desde hace casi quince años. El
conventillo, Cuesta abajo, Pedacito de cielo, arrancaron efusivas
manifestaciones de aprobación de los asistentes que ya disfrutaban la locura
que preanunciaba el programa.
Llegó después el polifacético Iván Espeche,
actor, locutor, cantor que secundado por su incondicional violero nos
sorprendió con su versión "all´uso nostro” de Los cien barrios porteños, donde
los pensados originalmente por Carlos Petit se reproducían en otros no
contemplados como Soldati, San Nicolás y Villa Real por ejemplo. Espeche mostró
después otra de sus facetas, la autoral, con una milonga, Simón, que dedicó a un
humilde peregrinador de la calle, o sea, un clásico ciruja, para decirnos después
de Homero Expósito, Afiches y culminando luego con otra de sus creaciones, en
la que describe a un camaleónico personaje, capaz de mutar su fanatismo en
todas las entidades afiliadas a la Asociación del Fútbol Argentino.
Sonó
después “el tango de los tangos”, La cumparsita y nuevamente Oscar y Lucía, con
vestuario nuevo, dieron muestra de su sincronismo, plasticidad, buen gusto y
originalidad a la hora de crear desplazamientos, al son que imponía el Sexteto
mayor.
Mencic recibe pin |
Superadas estas formalidades correspondía ya encarar el
tramo final del espectáculo y la siempre vigente Betty País sacaba a relucir su
fibra regalándonos La canción de Buenos Aires, Noches provincianas y el
magnífico remate logrado con Fumando
espero. Llegaba inexorablemente, a consecuencia de la inesperada ausencia, un
cierre que no deseábamos y sucedió lo inesperado. La dama que debía dejar el escenario, luego de su lucida
actuación, arengó al tradicional conductor de nuestros espectáculos a que
despuntara el vicio de cantor, tal como lo hace en su Salón RR. El pedido de la
artista, más la inmediata reacción positiva que le entregaron los presentes
terminaron por convencer a Rafael a aceptar el reto. Así eligió para la ocasión
Olvido, aquella vieja página escrita por Charlo. Fue tal el suceso logrado que
su intento de despedida recibió como contrapropuesta el consabido “otra” que lo
obligó a entonar primero Tango de otros tiempos para después coronar su
actuación con el vals Ilusión azul.
En ese estado de euforia colectiva que
habían conseguido los intérpretes se procedió al cierre con el elenco en pleno,
entregando desde la ejecución, el canto y la danza un Melodía de arrabal que
perdurará seguramente en el recuerdo de los que allí nos dimos cita. Lo que
siguió después fue el ingreso en pleno en el escenario de la CD del Centro
Cultural para agasajar al visitante extranjero entregándole un prendedor de
solapa con el logotipo de la entidad, felicitar a los artistas y agradecer al
público asistente y a los funcionarios que nos permitieron ocupar las
instalaciones. No faltó tampoco la invitación para participar del XII Certamen
de Poesía y VIII de Cuento Breve cuya temática en la edición 2012 es “El
lunfardo”.
Así se cerraba una noche mágica, que tuvo de loco el día que nos
fijaba el almanaque, una figura importante inesperadamente enferma, un
brillante conductor devenido en fundamental pilar de la jornada oficiando de
cantor, a Betty cerrando con un tema que no fuera De igual a igual, un
embajador que llegó sin que ninguno de nosotros pudiera explicar cómo y la
nutrida concurrencia que por una vez postergó el “Fútbol para todos”, la
placidez del sillón del living o la calidez de una ronda de mate para
acompañarnos en esta demente cruzada tanguera.
Ielapi, Scarlassa y Gatti |
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