El pasado viernes 23, en instalaciones del Teatro “Del Viejo Concejo” de San Isidro, tuvo lugar el lanzamiento del libro “Tango y Gardel en San Isidro”, obra del historiador lugareño Jorge Tirigall. Organizó la velada la Asociación “Hijos y Amigos de San Isidro, entidad a la que el nombrado preside. Ofició de conductor el Sr. Ricardo Garcia que dio la bienvenida a un nutrido público que se acercó a compartir tan grato momento.
En la sala podían distinguirse representantes de entidades como la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Aliguieri”, el Centro Cultural del Tango Zona Norte y por supuesto la Comisión Directiva en pleno de “Hijps y Amigos” además de numerosos artistas zonales como la cancionista Norma Labat, los cantantes Jorge Cami, Lino Vega y Juan Carlos Guillén, el bailarín Oscar Guevara, el bandoneonista Rubén “Pocho” Villegas, el guitarrista Juan Carlos Barragán, el difusor Pedro Cahue, la licenciada, egresada de la Universidad del Tango, Margarita Sosa y un servidor, ex difusor, aprendiz de poeta y conductor temporal del Centro Cultural, todos contenidos en este plausible trabajo de investigación de Tirigall.
A posteriori del recibimiento le tocó dirigirse a los presentes quienes oficiaron de editores, los que no tuvieron más que palabras elogiosas para el autor de los dos volúmenes de “San Isidro, algo de nuestro ayer”, obras en las que Tirigall ya incursionaba en la búsqueda histórica. Seguidamente fue el Sr. Lafuente, Académico Emérito de la Academia Porteña del Lunfardo y miembro de la Junta de Estudios Históricos de Villa Adelina el encargado de ponderar el trabajo que se ponía a consideración del soberano, para sí después, darle el protagonismo al autor, que pacientemente, comenzó a detallar pasajes del libro, auxiliado de imágenes proyectadas sobre el telón dispuesto especialmente sobre el escenario. Con recuerdos propios, pues se jacta de ser quinta generación de sanisidrenses y otros celosamente acopiados, pormenorizó episodios, anécdotas, vivencias que entusiasmaron a quienes allí nos dimos cita.
El recuerdo del primer bandoneón llegado a comienzos del siglo XX a este rincón del conurbano que se dice perteneció a Domingo Santa Cruz, el autor de Unión Cívica. Las fotografias de viejos conjuntos orquestales que frecuentaban los barrios “El Mondongo” y “La Calabria” como así también los recreos de la costa del Río de la Plata. Las imágenes de recordados vecinos que lograron trascender las fronteras del barrio como Julio Barone, Manuel Oreiro, Juan Carlos Rolón, Aldo Campoamor, Oscar Alonso y Raúl Iriarte, otro que vivió por más de 50 años en su coqueto chalet de la calle Catamarca, referencia hecha a Roberto Rufino.
Tampoco faltaron las damas en la evocación ponderando Tirigall los años de vecindad que tuvieron entre otras Dorita Davis y Carmencita Calderón. Personajes de la escena nacional vinculados estrechamente al tango como Florencio Parravicini, Roberto Casaux y los hermanos Rato y el músico y compositor Juanca Tavera también forman parte de este testimonio que queda como legado a las generaciones que nos sucedan.
Agotados los personajes del ámbito local correspondía prestar especial atención en las presencias de Carlos Gardel en nuestro “pago chico” en el que estuvo en varias ocasiones principalmente por su relación amistosa con Irineo Leguisamo y Francisco Maschio, vecinos del lugar como así también cuando fue requerido por su actividad profesional. Se documentan presencias en el ex cine Acassuso, hoy convertido en un lujoso hotel, el cine Astro, en la actualidad sucursal de un conocido banco galo, el cine Real, hoy cine teatrro Stella Maris, el bar “La covacha” hoy comercio dedicado a la venta de productos plásticos y el stud Yeruá predio ocupado por la firma Urruti & Asociados en la calle Von Wernike, donde formalmente Gardel tiene la última presencia con público en el país antes de la gira que lo alejaría de esta tierra para nunca más volver.
La noche llegaba a su fin pero no satisfecho aún con lo brindado Tirigall invitó al escenario al guitarrista Juan Carlos Barragán que con su instrumento comenzó a desgranar las notas del vals Pedacito de cielo que nos animamos a entonar a coro todos los presentes para luego poner broche con Melodía de arrabal. Seguía luego el ágape con el que invitaban los organizadores, pero la necesidad de contar con el suficiente descanso para encarar las obligaciones laborales del día siguiente me hicieron apurar la despedida, donde no faltó, el saludo cordial y las felicitaciones para el autor de tan valioso documento.
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