jueves, 1 de septiembre de 2011

Más campeones para el Luna

Por Esteban Fiorentino
Natasha y Diego, ¡campeones!

Cuando allá por fines de septiembre de 2009 los 24 miembros del Comité Intergubernamental de Patrimonios Intangibles, perteneciente a la UNESCO, declararon al Tango como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” muchos se preguntaban cuál era la relevancia de tal reconocimiento, qué significaba e incluso los más escépticos se planteaban qué beneficios traería aquella denominación.

Sin duda, la respuesta a tales interrogantes la obtuvimos el pasado lunes 29 de agosto con la definición del noveno Mundial de Tango, en la modalidad “Salón”, en el Luna Park, con la coronación de la pareja de Colombia integrada por Diego Julián Benavidez Hernández y Natasha Agudelo Arboleda, que se impuso en un inédito y emocionante desempate sobre los venezolanos John Erban y Clarissa Sánchez. Un día después, sería revalidada con la consagración de los argentinos Max Van De Voorde y Solange Acosta, en la especialidad “Escenario”.

A la luz de ambos desenlaces, el numeroso público que se dio cita en el histórico recinto que supo ser testigo de las más brillantes manifestaciones artísticas y algunas de las más gloriosas hazañas del deporte argentino pudo advertir el carácter global de este sentimiento hecho canción que suena a ritmo de 2x4. Quiso el destino, caprichoso como siempre, que naciera a orillas del Río de la Plata pero su sensibilidad, sus valores comunes, su sensualidad y erotismo cautivan a los pueblos de todo el mundo, quienes se entregan, rendidos, a sus encantos. ¡Qué mejor prueba de ello que lo ocurrido el pasado lunes!

Desde que se instaurara este campeonato, allá por marzo de 2003, se hizo la distinción entre “Tango Salón”, aquel que se bailaba en los bailes de antaño, en clubes y milongas, con la pareja abrazada y los tamangos en el piso, y “Tango Escenario”, más coreográfico, que trascendiera las fronteras a través de giras artísticas y espectáculos fieles al estilo “For Export”. Más allá de que todo es tango, el orgullo argentino estaba comprometido con la primera modalidad, esa que remitía a las raíces propias del género y a la tradición popular de los bailarines amateurs.

Pero del mismo modo que en el mundo del fútbol “la nuestra”, esa forma particular de entender el juego imprimiendo un estilo elegante, gambeta, garra y toque, surgido por estas latitudes se extendió por el planeta y cada sociedad le adosó su propia idiosincrasia, otro tanto ocurrió con el tango, más visiblemente con la danza pero también con la música.

Aplausos para Max y Soloange
Precisamente el resultado de ese enriquecedor proceso de intercambio cultural y que da cuenta del significado de este ritmo para la humanidad, reconocido por la UNESCO, se plasmó con notoriedad el lunes. No sólo el inédito final que prolongó el suspenso entre colombianos y venezolanos, sino el hecho que el podio estuvo íntegramente conformado por parejas extranjeras, dado que a Diego y Natasha los escoltaron, como fue dicho, John y Clarissa y los estadounidenses Brian Nguyen y Yuliana Basmajyan.

Aunque en la misma línea de análisis sobre la internacionalidad del tango, algo distinto ocurrió el martes. Tres parejas argentinas ocuparon el podio en “Tango Escenario” en cuyo máximo escalafón se ubicaron Max y Solange (con doble nacionalidad ecuatoriana y argentina), quienes además del trofeo embolsaron los 30 mil pesos de premio, un contrato para una gira por Japón y el derecho de protagonizar el próximo domingo 4 una milonga frente a la Torre Eiffel.

Los escoltaron Cristian David Correa y Manuela Rossi y Eber Alejandro Burger junto a Yésica Lorena Lozano Elías, demostrando que esta filosofía de vida, ese conjunto de valores, costumbres y estéticas es un sentimiento mundial que se baila.





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