
Queremos reconocer a un grande de esta música surgida en el Río de la Plata que por méritos propios hoy es considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad. En el convencimiento de que es un acto de estricta justicia queremos también alertar a las nuevas generaciones que en esa casa, en esa cuadra, en ese barrio, vivió un ilustre cantor que paseó su arte por toda América cosechando aplausos y reconocimientos por Cuba, México, Chile, Perú, Venezuela y su amada Colombia, su segundo hogar y donde terminara sus días el 24 de agosto de 1982.
Nacido en Barracas el 15 de octubre de 1916 como Rafael Fiorentino se afincó en San Isidro desde los tres meses de edad y a poco de comenzar su carrera debió cambiar su verdadero nombre dada la popularidad adquirida por quien fuera uno de los emblemas de la orquesta de “Pichuco”, Francisco Fiorentino.
Actuó como solista o acompañado por grandes del género como Edgardo Donato, Ismael Spitalnik (en Radio Belgrano, 1948), Armando Lacava, Osvaldo Berlingieri, Luis Pérez Alvarez (su socio comercial), entre otros. Sin duda lo más relevante de su carrera lo logra en su paso por la maravillosa orquesta de Miguel Caló, con notables grabaciones que aun perduran en las mentes y corazones tangueros.
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