Con el dolor por la pérdida aflorando en cada palabra, con la emoción contenida tratando de hilvanar un recuerdo, una anécdota, un hecho puntual, a pocas horas de la penosa partida, me dispongo a evocar a un grande. Los que de alguna manera están vinculados a esa expresión genuina de la cultura de los argentinos que es el tango, saben que no exagero para nada en el concepto. Fue grande en los años mozos cuando nos regalaba el trino de su canto y grande después cuando desde la función pública elaboró un incomparable programa cultural desarrollado en el municipio vecino de Vicente López, tierra que adoptó como propia a pesar de su nacimiento en Baigorrita, localidad cercana a Junín. El documento lo registraba como Julio Pedro Harispe aunque trascendiera a la popularidad como Julio Martel y así se alejó de nosotros hace escasas horas. Confieso que no tuve la dicha de presenciar en vivo sus actuaciones pero rescato el recuerdo de su personalísima voz desde aquel programa señero que fue el “Glostora, Tango Club” en el que Alfredo de Ángelis, “El colorado de Banfield” le brindaba el marco musical propicio para su lucimiento, desde un viejo disco de 78 r.p.m. o acaso desde el film nacional “El cantor del pueblo”donde aparece fugazmente haciendo dúo con Carlos Dante o “El ídolo del tango” en el que cubrió el rol protagónico y desde donde hacía trascender también su estampa de galán. Ya más cerca en el tiempo memorizo los días en que desde los distintos espacios culturales que dispone el vecino partido era el responsable de acercar figuras de la talla de Mariano Mores, Osvaldo y Beba Pugliese, Ernesto Franco y tantos otros que sería interminable enumerar. Aquel 27 de Marzo de 1998 cuando el Centro Cultural del Tango Zona Norte lo declara Socio de Honor y junto al entonces presidente de la entidad, Don Roberto Peregrino Salcedo, en mi carácter de Secretario, le hago entrega, con toda la emoción que me embargaba, del pergamino que lo acreditaba como tal, o cuando en esa misma jornada después de un singular reportaje para el programa “Abriendo un camino” que le hizo mi hijo Gerardo de escasos 12 años me felicitó públicamente por los conocimientos tangueros de su circunstancial entrevistador. Es justicia que una plaza de su querido Munro lleve su nombre lugar que como testimonio de afecto, sus vecinos bautizaron de esta manera, al cumplir el cantor su octogésimo aniversario. Se marchó hace escasas horas, el 19 de Febrero pero acaso como otro grande, Aníbal Troilo, no se irá nunca …"si siempre esta llegando”…
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