Orden del porteño

 

 

Crónica por Rubén Fiorentino

 

Cuan saludable resulta comprobar, que superados los momentos más difíciles de la pandemia que azotó a la humanidad, las entidades vinculadas al tango vuelven a retomar sus actividades presenciales. Esto que vengo comprobando cada vez con más frecuencia lo pude corroborar en la víspera, cuando convocado por la Sociedad Gardeliana concurrí a la Casa de la Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde en un acto institucional magno, dicha entidad entregó la Orden del Porteño al doctor Alberto Crescenti, director del SAME, que por sus actos de servicio en el cuidado de la salud de los vecinos, largamente se hizo acreedor a tamaña distinción. 

Para darle digno marco a tan justiciero homenaje se dieron cita en el salón dorado de aquella casa, autoridades municipales, directivos de la Sociedad Gardeliana y público en general, que querían testimoniarle al doctor públicamente el agradecimiento por su labor. 

Tras la esperada entrega y los discursos de rigor, tampoco podía faltar en la reunión el condimento musical y canoro con que nosotros, los del tango, sabemos celebrar las cosas importantes. Anunciados por Jesús Mela, secretario de la entidad, los primeros en ofrecer su arte a los presentes fueron los eximios guitarristas Tony Gallo y Carlos Juárez que nos regalaron una inolvidable versión instrumental de Romance de barrio. 

Acompañados por semejantes músicos, uno a uno, comenzaron a lucirse en el escenario César Tossi, Laura Bogado, Roberto Guiet, Rubén Cané y Mónica Sacchi, que dieron lo mejor de sí en pos del soberano, que supo retribuir sus actuaciones con vítores y cálidos aplausos. 

Así transcurrió una jornada que culminó con un ágape, con el que agasajaron a los presentes los convocantes, al que no me quedé pues el reloj avanzaba y no quería demorar más el largo retorno a mi hogar.