Por
Rubén Fiorentino
Nuevamente y cuando aún no nos habíamos
repuestos del duro golpe del 21 de octubre, cuando despedíamos a Don Pedro
Cahue, “la huesuda” se presentó para llevarse a otro de los nuestros.
Con mucho pesar trato de llevar adelante esta
nota que sirva acaso para recordar al “gomía” pero que nunca hubiese deseado
escribir.
Ayer 7 de noviembre se apagaba la vida
“del mejor fueye de Zona Norte” al decir de otro que se nos adelantó en la
partida, “Chiche” Philipp.
En horas de la mañana, en el nosocomio local, dejaba esta vida Rubén “Pocho” Villegas, notable ejecutante del bandoneón y mejor ser humano.
Hacía un tiempo que su salud le jugaba una
mala pasada deteriorando su organismo a punto tal que ya había dejado de hacer
presentaciones públicas, él que había sido protagonista fundamental de tantas
jornadas de tango.
Los escenarios de Zona Norte lo vieron pasar triunfal en mil y una ocasión, pero además supo llevar su arte a zonas turísticas del sur de nuestra república.
También le puso marco musical al canto de figuras de la talla de Armando Laborde, Enrique Dumas, Ángel Cárdenas, Tito Reyes, Horacio Palma, Alberto Bianco, Eduardo Borda, María José Mentana y tantos otros que sería interminable enumerar.
Guardo muchísimos recuerdos de “Pocho” como cuando junto al guitarrista “Coco” Castro y el cantor Jorge del Mar se presentó, sin previo aviso en los estudios de FM Santa Rita, en el curso de mi ciclo “Abriendo un camino” y nos regalaron una hermosa velada tanguera. Acaso me viene también a la memoria cuando coincidíamos en el hospital de San Isidro para tratar de confortar a “Chiche” Philipp que estaba atravesando un duro momento. Cuando junto a Carlos Rubén Salazar le ponían música, en plena vía pública al canto de Muni Rivero y Horacio del Solar en el curso del descubrimiento de la placa que recuerda a Francisco Pracánico en San Fernando.
Fueron tantas las veces que lo convocamos que acaso se me escapen muchas de ellas de la memoria, pero algunas puntuales seguramente nunca podré olvidar, como acaso las presentaciones junto al tecladista no vidente Carlos Cabrera formando una dupla que era toda una orquesta. Me parece verlo también acompañando con la eficiencia de siempre a cantores locales como Sergio Guzmán, Juan Carlos Guillén, Miguel Baró y Héctor Moyano por mencionar a los que asistió con mayor frecuencia.
Había nacido en el Abasto, en una finca vecina a la que en su momento habitó Gardel pero su larga residencia en Martínez, en la casa de la calle Berutti lo convierten en un sanisidrense más.
Cuanta emoción tenía, en aquella jornada
de septiembre de 2007 cuando le otorgamos el Reconocimiento a la Trayectoria.
Recuerdo que cuando lo llamé por teléfono para comunicarle la decisión de la
Comisión Directiva no había tomado dimensión del homenaje público que le
queríamos tributar y hasta me preguntó si tenía que llevar su instrumento.
Quizá una de las últimas veces que contamos con su presencia fue en la muestra pictórica “2 x 4 x 2 en grises” de los artistas chaqueños Rolando Sa Fleitas y Dante Arias en el curso de las jornadas gardelianas en el anexo de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri”.
Te vamos a extrañar “gomía” hasta que “el
de arriba” nos convoque a reunirnos nuevamente, en el mientras tanto, le ruego
vele por tu alma y nos conforte a quienes supimos apreciarte en la vida terrena
para poder superar este trance por demás penoso.
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