Por Rubén Fiorentino
Quiero dedicar mi habitual “chamuyo” al
policromático tango. Se preguntarán ¿Cómo se come eso? Paciencia -decían en
tango el inolvidable “Rey del compás” y Francisco Gorrindo- y lo sabrán.
Los creativos de una y otra orilla del
Plata no dudaron en dotar de colores variados a muchísimas composiciones que
tuvieron forma de valses, tangos, milongas y aún candombes.
Ya imaginarán por el preámbulo que la cosa
“pinta lindo”. Pero ahorren rodillos, pinceles, lápices y crayones porque los
que van a pintar son ellos, los que gestaron composiciones en un número tal, difícil
de imaginar.
Por riguroso orden alfabético deberíamos
comenzar por el amarillo también conocido por ocre, rubio o aúreo.
En este tiempo de “peste” quizá no resulte
muy auspicioso que comience mi artículo por Fiebre amarilla, pero lo escribió
en letra y música la “gomía” Marta Pizzo, talentosa creativa del tiempo que nos
toca vivir y no puedo dejar pasar inadvertida su obra.
Los distintos matices cromáticos sirvieron de excusa a los gestores de tantas composiciones para identificar animales como Pinta blanca (Mario Perini – Catulo Castillo),
Manoblanca (Antonio De Bassi – Homero Manzi), No te apures Cara Blanca (Roberto Garza – Carlos Bahr), Coloraro, colorao (Alberto Acuña – Celedonio Esteban Flores), Halcón negro y Pájaro azul (ambos de Francisco Canaro)
Palomita blanca (Anselmo Aieta – Francisco García Jiménez), Mosca blanca (sendos títulos homónimos de Julián Divasto y Domingo Pérez) y los preciados Zorro plateado (Charlo – Enrique Cadícamo)
y Zorro gris (Rafael Tuegols – Francisco García Jiménez).
Acaso me tomé el tiempo para establecer las
preferencias de los autores por tal o cual color y con algunos de ellos la cosa
viene muy reñida. No me propongo brindarles una tabla de posiciones, como en el
fútbol, de cada color, pero a lo largo de las menciones que seguiré formulando
se irán dando cuenta.
Los fenómenos meteorológicos no se
escaparon a la manía “coloreadora” y entonces puedo citarles Un viento azul
(Ana María Ottati – Marta Pizzo), Celeste lluvia (José Basso), Blanca nieve
(que mereció sendos títulos homónimos de Romeo Gavioli – Carmelo Imperio y
Miguel Ángel Manzi, Juan Labissier y Gigí de Ángelis – José Rótulo, tango, vals
y milonga respectivamente) y Viento verde (Ernesto de la Cruz – Horacio
Sanguinetti).
Tampoco el espacio y sus astros dejaron de colorearse, tal el caso de Bajo el cielo azul (Francisco Canaro – Ivo Pelay),
Mi estrella azul (Carlos García – Marsilio Robles), Nube gris (Eduardo Márquez Talledo) y acaso deba citar también Verde luna, la rumba-bolero de Vicente Gómez que grabó José García cantando Nilda Wilson en los estudios Odeón el 27 de julio de 1942.
Tampoco quiero omitir Color cielo (Antonio Bonavena) que grabara en gran forma Juan D´Arienzo, su orquesta y el concurso vocal de Armando Laborde, registro RCA Víctor del 26 de diciembre de 1944.
Les propongo que de las alturas que nos
encontramos en este punto, descendamos a la tierra, para toparnos entonces con
Color de barro, obra que plasmaron hacia 1948 Anselmo Aieta y Catulo Castillo.
El berretín policromático no dejó “títere
con cabeza” como solía decirse en un tiempo pretérito que acaso “deschava” mi
longevidad.
Así se nutrieron de colores las cosas más disímiles. Bastaría acaso que les mencione las sensaciones humanas y en mi búsqueda encontré Azul melancolía (Lucio Arce), Ilusión azul (Arquímedes Arci), Amor en gris (Alberto Caracciolo – Pedro Ortiz),
Tristeza verde gris (Estela Bonnet – Salvador Amalfa), La lágrima gris (Mario Vignale) y Encanto rojo (Fabio Hager – Verónica Salmerón), por acaso mencionar algunas.
¡Cuántos variados matices podemos otorgarles a las cosas! Aún no me referí a las relacionadas al reino vegetal caso de El cardo azul (Carlos Gardel – José Razzano),
Loto azul, que por supuesto no hace alusión a juego de azar alguno, (Remo Bernasconi) y ese clásico Yuyo verde (Domingo Federico – Homero Expósito).
Tampoco abordé todavía a los objetos
diversos casos de Bajo el cono azul (Alfredo de Ángelis – Carmelo Volpe), El
trompo azul (Héctor Stamponi – Catulo Castillo), Muñeca azul (Nicolás y Eduardo
Guerschberg – José Arenas – Matías Mauricio), La bicicleta Blanca (Astor
Piazzolla – Horacio Ferrer), En un bondi color humo (Daniel Melingo – Luis
Alposta), Alfombra roja (Laura Canoura), Como aquel globo rojo (Ataides Cortes
– Jorge Padula Perkins), Paño verde (Oscar D´Angelo – Luis Alposta), Tu
muñequito verde (Verónica Bellini).
Los inmuebles y sus partes específicas también integran la larga lista y así podemos sumar Cuartito azul (Mariano Mores - Mario Battistella),
La casita blanca (Guillermo Barbieri – José Rial), La capilla blanca (Carlos Di Sarli – Héctor Marcó),
Techito rojo (Fabián Russo).
Debería ocuparme además de la indumentaria y así mencionar Blusa blanca (Teddy Peiró), Gacho gris (Alejandro Sarni – Juan Carlos Barthe) El antifaz negro (Luis Teisseire – Juan Andrés Caruso), El antifaz rojo (Andrés Domenech – Jesús Fernández Blanco), Tapado gris (Benjamín García – Lito Bayardo), Ropa blanca (Alfredo Malerba – Homero Manzi).
La geografía es otro de los items que acusó diversas coloraturas en la imaginación de los creativos, comenzando por ese Bahía Blanca que Carlos Di Sarli dedica a su ciudad natal. No fue solo este espacio puntual de la provincia de Buenos Aires, también debo agregar En el lago azul (Roberto Rufino – Alejandro Romay),
Mi pampa blanca (Alfredo de Ángelis – Alberto Lago – Roberto Cardé), Buenos Aires gris y yo (Emilio De La Peña – Marta Pizzo), Camino gris (Alberto Cima – Homero Cárpena), Ciudad en gris (Norberto Cevasco - Ángel Cicchetti – Roberto Vidal), Paisaje gris (Osvaldo Donato – Pedro Lloret), Tierra negra (Juan Noli – Graciano de Leone y Francisco Bastardi)
y Pico blanco (con este título existe una composición de Agustín Bardi y una más reciente de Romeo Greatti).
A esta altura de mi relato sigamos pintando acuarelas, candombes, cuentos,
escalas, melodías, milongas, poemas, responsos, sueños y tangos. Casos puntuales de Acuarela en gris (Edmundo Zaldívar), Candombe blanco (Emilio Balcarce – Julio Camilloni), Cuento azul (Miguel Caló – Osmar Maderna – Julio Jorge Nelson), Escalas en azul (Osmar Maderna),
Melodía gris (Raúl Bruno – Ricardo Duggan), Milonga en negro (Edmundo Rivero), Milonga en rojo (Lucio Demare – Roberto Fugazot – José González Castillo), Responso para un hombre gris (Osvaldo Avena – Héctor Negro), Sueño azul (Francisco De Caro), El poema en gris (Eduardo Pereyra – Manuel Ferradás Campos),Tango azul (Edgardo Acuña),
Tango en negro (Sacri Delfino – Alejandro Swarcman), Tango negro (tres temas con el mismo título, uno de Belisario Jesús García, otro de Vicente Demarco y el último, este un candombe de Juan Carlos Cáceres).
Existen en los títulos combinación de colores a saber: Azul y blanco (Vicente Mazzoco), Azul y rosa (Félix Guillán – Lorenzo Spanu), Marrón y azul (Astor Piazzolla), En blanco y negro (Néstor Feria – Fernán Silva Valdéz), Oro y plata (Charlo – Homero Manzi), Gris, negro y marrón (Marcelo Saraceni – Mónica Fazzini), Oro y gris (Mariano Mores – León Benarós), Rosa celeste (Antoni o Rodio – Horacio Sanguinetti), Marrón y plata (Lina Avellaneda), pero seguramente por una cuestión ideológica deportiva, el que más me llega es Azul y oro (Eduardo Aguirre).
Caigo a cuento que no mencioné aún las tintas, verde (Agustín Bardi) ni roja (Sebastián Piana - Catulo Castillo),
o las tardes, En esta tarde gris (Mariano Mores – José María Contursi y Tarde gris (Juan Bautista Guido - Luis Rubistein),
aquel boliche identificado por El verde (Carlos Minotti), ni tampoco cité a la simpática Chatita color Celeste (Rodolfo Sciammarella - Celedonio Esteban Flores) a la querible Negra María
(Lucio Demare – Homero Manzi), las rosas blancas (ranchera de Victorio Pontino grabada por Pedro Maffia en 1930) y las rojas (Francisco Lomuto – Andrés Seitún), la Margarita punzó (Gerardo Matos Rodríguez – Fernán Silva Valdez) y otro montón de títulos que quedarán en el tintero para una futura entrega. Me solicitaron una nota de color y creo que me tomé demasiado a pecho el pedido
Espero hayan disfrutado de esta multicolor
entrega y los aguardo, ávidos de leer, en 30 días, otra particular historia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario