Plenario por demás brillante el de ayer en la Academia Nacional del Tango.
Crónica por Rubén Fiorentino
Ya el marco que daban los asistentes presagiaba
el interés de los muchos que nos llegamos a la vieja casa de la Avenida de Mayo
por celebrar el nonagésimo aniversario del natalicio del maestro Ernesto
Franco, que estaba allí, de carne y hueso, ante nosotros con su fresca
veteranía y su impecable traje claro.
No fueron pocos los quisieron decir
presentes en esa maravillosa jornada. En primer término, me ocuparé en citar a
los Socios de Honor del Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia
Correspondiente de la Academia Nacional del Tango. Estaban presentes el
presidente de la Academia Gabriel Soria, María José Mentana, Marcelo Guaita,
Néstor Fabián y Roberto Chaleán que quisieron testimoniar su afecto al maestro.
También estaban Horacio Malvicino y Horacio Cabarcos que en nombre de ADI
entregaron un presente al homenajeado, Antonio Rodríguez Villar, presidente de
la Academia Nacional del Folklore, Víctor Lavallén, Inés de Reyes, Marita
Monteleone, Ana Medrano, Gabriela Alejandra Malusa, Rubén Reale, Rodolfo Lemos,
Fernando del Priore, Claudio Bergé, Lionel Godoy, Oscar Fresedo, Guillermo Alio,
Luis Migliori, los académicos Walter Piazza, Francisco Torné, Fernando Finvarb
y tantos más que entre tanta concurrencia Oscar Deppe y quien esto escribe Rubén
Fiorentino no logramos reconocer.
Seguramente cada uno de los que asistimos
llevará el recuerdo de tan grato momento vivido junto a ese pedazo de la
historia del tango que es Ernesto Franco. Verlo en imágenes de otro tiempo en
la fila de bandoneones de Osmar Maderna escuchar de su boca anécdotas de un
tiempo maravilloso, escuchar como ponderaba a sus muchos directores, oír de su
admiración por Pedro Maffia. recordar a su padre guitarrista, narrarnos de su
paso por las filas de Elvino Vardaro, Alfredo Gobbi, Roberto y Miguel Caló, los
arreglos para tantas orquestas, entre ellas la de Osvaldo Fresedo, sus tangos, el
tiempo con de Ángelis, los posteriores 26 años con D´Arienzo, su gestión para
propiciar la vuelta de Alberto Echagüe y Armando Laborde a la orquesta de “El
rey del compás”, la formación de la propia orquesta, los 33 años consecutivos
en Señor Tango. Ver las imágenes que le hacían llegar de saludos a la distancia
de Néstor Marconi y Daniel Binelli.
Por supuesto que para propiciar estos
relatos del maestro resultaron fundamentales Marcelo Guaita y Gabriel Soria con
su requisitoria.
Estaba también Mimí, la esposa de Ernesto
Franco, otrora cantante lírica que agradeció las presencias y todas las
atenciones para con el maestro.
Llegaron después obsequios de la Academia,
un ramo de flores para la dama y un cuadro con la fotografía tomada a Franco en
ocasión de la convocatoria de bandoneones para homenajear a Aníbal Troilo, que
el autor de Sacale chispas recibió emocionado.
Restaba aún el plato fuerte, la orquesta
en pleno sobre el escenario y Franco al frente de ella, dirigiendo, como solo
él sabe hacerlo, en magníficas interpretaciones que culminaron con La
cumparsita, que ante los pedidos de los presentes mereció un bis. La tarde se
hacía noche, era el momento del retorno con la satisfacción de llevarnos en los
ojos y oídos esos instantes maravillosos que habíamos disfrutado, esos momentos
que no queríamos acabaran por lo bien que la estábamos pasando.
Felicitaciones a la Academia por tamaño
plenario, a los asistentes por brindar tan imponente marco y al maestro Franco
por su formidable aporte a la música ´gestada en ambas márgenes del Río de la
Plata, hoy Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad.
- Fotos gentileza Academia Nacional del Tango.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario