Crónica
por Rubén Fiorentino
Superando un cúmulo de situaciones
adversas llegó por fin el día de celebrar públicamente la segunda década de
vida del Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente de la
Academia Nacional del Tango.
La primera de ellas fue reemplazar a
Miguel Baró que por problemas de salud debió desertar de participar en el
espectáculo. Por idéntico tema del entorno familiar también era incierta mi
presencia y por inconvenientes técnicos peligraba la proyección de las
históricas imágenes que habíamos planeado.
Todo felizmente se superó, Héctor Moyano
reemplazó a Miguel, mis hijos me relevaron por unas horas del cuidado de
convalecientes y la notebook de mi esposa Graciela hizo salvar el inconveniente
que impedía la proyección de las imágenes.
En este clima de sobreponerse a los
imponderables daba comienzo, como siempre con “De academia”, el espectáculo que
titulamos “Veinte años…¡No es nada?”
Graciela Raffa, toda una profesional del
micrófono y vecina del “pago chico” fue la encargada de dar la bienvenida de
rigor al numeroso público que albergaba la sala del Teatro Municipal “Del Viejo
Concejo”, reducto obligado de las grandes jornadas de nuestra entidad.
Inmediatamente de ello me cedió paso para
que fundamentara en palabras el interrogante que sugería el título. Gran
emoción se produjo entre los presentes cuando en este momento tan caro al
Centro Cultural comencé a nombrar a cada uno de los amigos que se nos
adelantaron en la partida pero antes hicieron ese valioso y desinteresado
aporte en este derrotero por el tango.
Finalizada mi alocución junto con Graciela
invitamos a ver ese documento fílmico que nos facilitó la página de “San Isidro
en fotos”, donde pudimos revivir la presentación que hiciera Gabriel Soria,
actual presidente de la Academia Nacional del Tango, de Roberto Peregrino
Salcedo, nuestro primer presidente, en ocasión que el Centro Cultural del Tango
Zona Norte hiciera su presentación en sociedad el 27 de Marzo de 1998.
Aplausos y risas provocó la espontaneidad
de Peregrino al hacer la definición de su persona primero y al referirse al
lunfardo después y hasta alguno “se le piantó” una lágrima de emoción al verlo.
Superada esta instancia, sin dilación de
tiempo más para destacar las apreciadas presencias de autoridades, medios de
prensa, representantes de entidades amigas y del quehacer artístico, Graciela
convocó al escenario a Norberto Vogel y Sebastián Colavecchia que con su
bandoneón el primero y portando guitarra el segundo nos dieron una acabada
muestra de sus virtudes artísticas ejecutando su hermosa versión de “Danzarín”
que el público premió ruidosamente.
Sin solución de continuidad Alberto Casas,
con su fresca veteranía, llegaba para sumar su aporte canoro a tan talentosos
músicos y se lució con brillantes interpretaciones de “Ventanita de arrabal”,
“Mi vieja viola”, “El conventillo” y un espectacular cierre con “La última”.
Inmediatamente después otro momento
emotivo se produciría en la sala. Había que ejecutar públicamente la decisión
de Comisión Directiva de designar Socio de Honor al Sr. Marcelo Guaita,
reconocido difusor qué, con su arma más preciada, el micrófono, hace docencia
cada día en lo que hace a la cosa ciudadana.
Visiblemente tocado por este
reconocimiento agradeció con sentidas palabras ese instante feliz que nuestros
representantes y la entusiasta platea le estaban brindando.
Sucedida esta instancia emotiva otra voz
masculina, la de Héctor Moyano se oía en el tradicional recinto. El nativo del
casco histórico del partido nos regaló “Esta noche de copas”, Cosas olvidadas”
y “De igual a igual” en un clima de silencio respetuoso para el artista que se
trocó en vítores y batir de palmas después.
El programa anunciaba con merecida
pomposidad la presencia en el espectáculo de Mariana Novoa, ganadora del premio
Gardel al mejor álbum femenino de música ciudadana edición 2016 y la dama no se
hizo rogar.
Revalidando sus merecidas distinciones nos
permitió apreciarla en su real dimensión de artista en obras como “Cafetín de
Buenos Aires”, “Romance de barrio”, “El último café” “Sin lágrimas", “El choclo”,
“Toda mi vida”, “Como dos extraños” y “La cumparsita” que marcó el final de su
actuación y del espectáculo.
Coincidentemente con el canto de Mariana
en “El último café” y “La cumparsita” e intercalándose con las interpretaciones
de ella, donde danzaron los instrumentales “La trampera” y “Gallo ciego”,
Melina Castro y Francisco Palhano nos dieron una muestra acabada de destreza,
elegancia y coordinación rítmica como solo saben hacerlo los grandes
profesionales.
Con la Comisión Directiva en pleno mostrándose
en el escenario a los presentes como naturales artífices de la jornada vivida
cerraba un nuevo capítulo de esta entidad fundada por unos “locos visionarios”
el 18 de Septiembre de 1997.
Fotos Gentileza Jorge Villar y Ricardo Demelli.
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