Pequeña despedida a un amigo
Lo conocí hace alrededor de veintisiete
años. Él junto a su esposa, Bety País asistían en calidad de invitados al
programa que hacía el dúo folklórico “Provincianía” en la desaparecida FM San Fernando,
ciclo este que precedía al programa “La plaza” que producíamos con mi amigo
Jorge Bottino en la citada emisora. Por entonces eran integrantes, junto a Daniel
Menna, Alicia Solier, Mirta Sánchez, Tito Masachessi, Horacio Rubini y algunos
otros que mi frágil memoria no recuerda,
de aquellos adelantados que fundaron, en esta parte del conurbano, la Casa del Tango de San Fernando. Y fue allí, precisamente, que me recibió junto a su esposa, en la vieja sede de la calle Tres de Febrero, cuando llegaba para obsequiarle, quizá el primer poema que mereció la institución.
de aquellos adelantados que fundaron, en esta parte del conurbano, la Casa del Tango de San Fernando. Y fue allí, precisamente, que me recibió junto a su esposa, en la vieja sede de la calle Tres de Febrero, cuando llegaba para obsequiarle, quizá el primer poema que mereció la institución.
La vida, siempre caprichosa, fue acercando nuestros destinos y
fueron muchos los episodios que volvían a ligarnos. Los encuentros en los
programas de Rafael Zarlenga en la vieja FM Santa Rita, la gesta que derivó en
la fundación del Centro Cultural del Tango Zona Norte convocada por Roberto
Peregrino Salcedo... La labor de años en la citada institución como socio, primero, y luego vocal y vicepresidente de la entidad, hasta nuestros días.
Los diversos
actos institucionales que compartimos, tales como espectáculos, embajadas
artísticas, descubrimiento de placas, encuentros de poetas, presentación de
libros, reportajes radiales y televisivos, etc. fueron haciendo cada día más
estrecha una relación donde resaltaba profundamente su hombría de bien, su
disposición, su laboriosidad y responsabilidad, el buen tino para recomendar
artistas y por sobre todas las cosas el profundo respeto que nos prodigaba a
cada uno de nosotros.
El destino quiso que los últimos años su salud se deteriorara
a pasos agigantados producto de una penosa enfermedad, pese a los esfuerzos de
su compañera de llevarlo a los mejores profesionales para que lo trataran. Con
su cada vez más dificultosa movilidad se las ingeniaba para concurrir
regularmente, quien sabe superando cuantas penurias, a las reuniones de
Comisión Directiva donde seguía teniendo una participación activa. Una
inoportuna caída, con fractura de cadera como consecuencia, precipitó el final.
Parecía como la crónica de una letra de tango…”su cuerpo enfermo no resiste más”
y no obstante las súplicas al Señor y los anhelos de mejoría que abrigábamos
los familiares y amigos se marchó. Sin estridencias, casi en silencio, como
pidiendo permiso para no incomodar…Se fue físicamente pero seguirá por siempre entre
nosotros, junto a los recuerdos más queridos, con su sonrisa franca y el gesto
amistoso, con su nunca disimulado origen santiagueño, igual que Manzi...y acaso
podrán caberle aquellos versos que Centeya escribiera para su padre: “Que mundo
habrá encontrado en su apoliyo, si es que hay un mundo pa´ los que se piantan,
sin duda el cuore suyo se hizo grillo y su mano cordial…¡Es una planta!”
Hasta
el reencuentro Fortu y gracias por regalarme tu amistad.
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