Crónica por Rubén
Fiorentino
La cita de cada mes de Marzo en el Colegio
de Abogados de San Isidro para homenajear a la mujer, amenaza con convertirse
en un clásico lugareño.
La jornada de anoche empero no puede
rotularse como una más. Si tengo que arriesgar un calificativo que le cuadre me
juego a afirmar que fue brillante, superlativa…
Un póker de talentosas cantantes rayaron
a la altura de las mejores y los músicos que no se limitaron solo al rol de
acompañar sino también a ser protagonistas, no le fueron en zaga.
Si a ello agregamos un afiatado coro
producto del esforzado trabajo de su directora
Alejandra Leukert y la aplicación de cada uno de sus integrantes, más la
tarea desplegada en la conducción por la consagrada Graciela Raffa el resultado
final no podía ser otro.
Cuando el tango “De academia”, emblema
de nuestra entidad, dejó oír sus primeros compases el silencio ganó la sala que
ya palpitaba lo mucho y bueno que le entregarían los artistas esa mágica noche.
Representantes de la Sociedad Italiana
de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri”, de la Asociación “Hijos y
Amigos de San Isidro”, de SADE Zona Norte con Mirta Gaitán como abanderada, Claudio
Durán y Sra. que habían venido a ver en acción a “las perlas, Jorge Gatti…que
nunca se fue “porque siempre está llegando” se mostraban ocupando las primeras
filas dispuestos a disfrutar de la celebración diferida del Día Internacional
de la Mujer. Al concluir de escucharse la magnífica ´versión discográfica grabada
por Osvaldo Fresedo y orquesta de la página de su autoría, como era de
suponerse Graciela Raffa dio la bienvenida a los asistentes para luego cederme
el micrófono.
Destaqué en primer lugar lo agradecido
que estábamos con los dueños de casa que vienen cediendo reiterada y generosamente
sus instalaciones para que consumemos hechos culturales como el que en breves
instantes comenzaría.
Tuve tiempo también de recordar hechos
pretéritos como el relato amenizado por danzas y canciones que fue “La mujer en
el tango”, obra con guion escrito por un servidor, basada en el pormenorizado
trabajo de investigación de la Sra. Margarita Sosa.
Relaté que se puso en escena en dos
oportunidades, la primera que ganaba la consideración popular, hace algunos
años, en el cine-teatro Stella Maris en víspera del Día de la madre” y la otra
en el teatro “Del Viejo Concejo” que yo, con fundado criterio, presentaba como
un antecedente válido de nuestro reconocimiento a las damas, que derivara
posteriormente, en estos anuales homenajes que con regularidad se
realizan. Tal vez había muchas cosas más para agregar pero la gente había
llegado para apreciar la labor de los artistas y no debía dilatar la cosa. Solo
me di tiempo para agradecer a las muchas personas que se habían dado cita en la
vieja casa de la calle Martín y Omar privilegiándonos sobre promocionado
espectáculo que simultáneamente se estaba desarrollando en instalaciones del
circo hípico de la ciudad.
Tal como lo establecía la cronología del
espectáculo el escenario se colmó repentinamente de gente. Eran los integrantes
del Coro de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante
Alighieri” que bajo la eficiente batuta de su directora y con el marco musical
que ponía el acordeonista Nuncio Granata, una a una nos fueron regalando páginas
de su repertorio como Guitarra romana, Quel Mazzolin Di Fiore, Azzurro, Yo solo
quiero y hasta tuvieron tiempo de obsequiarnos un Tinta roja, que hasta sus
autores, Cátulo Castillo y Sebastián Piana hubiesen agradecido. Al culminar la
actuación Alejandra Leukert recibió de manos de Héctor Moyano un obsequio
floral.
Hacía bastante que no convocábamos a dos
excelentes músicos de esta parte del conurbano, Carlos Rubén Salazar y Rubén
“Pocho” Villegas y era momento que lo hiciéramos nuevamente. La última vez que
aconteciera se produjo en el vecino partido de San Fernando, en ocasión que
descubriéramos una placa a un ilustre vecino de ese pago como fuera Francisco
Pracánico. En la oportunidad citada, acompañaron magistralmente a los cantores
Edmundo “Muni” Rivero y Horacio del Solar.
Luego del necesario prólogo previo que
hizo de ambos Graciela Raffa comenzaron las interpretaciones que tuvieron como
punto de partida a Milonguita, que “Pocho” dedicara a todas las damas, y que
continuó con Quejas de bandoneón, Danzarín, Romance de barrio y Milonga
sentimental. Cabe acotar que solo se habían propuesto hacer dos temas de
presentación pero sus interpretaciones debieron prolongarse con más páginas por
pedido expreso de los asistentes que estaban gozando con tanto talento.
Recibiendo aún las calurosas
manifestaciones de aprobación del soberano los músicos dejaron momentáneamente
su protagonismo para acompañar a Vanina Mazzara, “La rubia del tango” tal el
apodo que le adjudicaron. La cantante con su labor impecable alcanzó la altura
de sus más lucidas presentaciones. Con un estilo sin par donde priva la fuerza
interpretativa y una personalidad avasallante fueron las características
salientes de esta exquisita cancionista que nos regaló en orden cronológico
Desencuentro, Y te parece todavía, Garganta con arena y un inolvidable cierre
con Las cuarenta, cosechando merecidos vítores y aplausos y las consabidas
rosas que le entregó en nombre del Centro Cultural quien esto escribe.
Acallado el delirio que provocó la
actuación de Vanina todo el auditorio puso sus ojos en una joven local,
formidable cantante y mejor persona que con su diminuta figura ocupaba el
centro del escenario. Norma Labat, “La voz romántica de Zona Norte” que
haciendo honor a tan pomposo rótulo llegaba con un repertorio cuidadosamente
escogido donde no faltó El día que me quieras, Tu, Fruta amarga y el aplaudido
cierre con Sin palabras, más las consabidas flores que entregó Claudio Durán
La noche estaba aún en pañales porque faltaba
mucho todavía para arribar al final,
Dando un merecido descanso por la labor
desarrollada hasta allí, Graciela Raffa liberó temporalmente a Salazar y
Villegas para darle paso a Fernanda Vega que hacía su presentación acompañada
del guitarrista Claudio Parenti.
Narrar los dones canoros de esta exquisita muchacha sería casi una redundancia que sumados a su naturalidad y simpatía hacen un todo casi perfecto. De su privilegiada garganta fueron surgiendo páginas como La última curda, La última, Milonga sentimental para culminar con La luz de un fósforo que acaso no era, por la palidez que produce una cerilla encendida, suficiente para relatar una actuación tan brillante, tan bonita como las flores que le entregó Ricardo Demelli.
Narrar los dones canoros de esta exquisita muchacha sería casi una redundancia que sumados a su naturalidad y simpatía hacen un todo casi perfecto. De su privilegiada garganta fueron surgiendo páginas como La última curda, La última, Milonga sentimental para culminar con La luz de un fósforo que acaso no era, por la palidez que produce una cerilla encendida, suficiente para relatar una actuación tan brillante, tan bonita como las flores que le entregó Ricardo Demelli.
Con el solo ánimo de matizar las
versiones cantadas con temas instrumentales regresaban al escenario a
continuación Salazar y Villegas para tocar como ellos solo pueden hacerlo Gallo
ciego y 9 de Julio.
Le restaba aún una perla al collar de la
noche y Carolina Martínez no se hizo rogar.
Reanudando su actividad como ella lo manifestara se sintió feliz de reintegrarse al grupo liderado por el amigo Claudio y en ese estado emocional nos ofrendó con una actuación que no olvidaremos por mucho tiempo. Como dos extraños inició la ronda de sus ofrendas que continuó con Sin lágrimas, Y todavía te quiero y culminó en Naranjo en flor, agradeciendo luego a Salazar y Villegas que le habían puesto marco a su actuación. En tanto Jorge Gatti subía al escenario para materializar el reiterado obsequio floral.
Reanudando su actividad como ella lo manifestara se sintió feliz de reintegrarse al grupo liderado por el amigo Claudio y en ese estado emocional nos ofrendó con una actuación que no olvidaremos por mucho tiempo. Como dos extraños inició la ronda de sus ofrendas que continuó con Sin lágrimas, Y todavía te quiero y culminó en Naranjo en flor, agradeciendo luego a Salazar y Villegas que le habían puesto marco a su actuación. En tanto Jorge Gatti subía al escenario para materializar el reiterado obsequio floral.
Parecía todo dicho pero faltaba el
broche de oro, ese tiro del final, que a diferencia de lo manifestado por
Cátulo en sus versos, a nosotros nos salió perfecto. Cuatro damas cuatro, como
aquellos antiguos bailes de carnaval que duplicados en número, promocionaban
los afiches callejeros y un Naranjo en flor entonado a coro por ellas que “perdurará
en nuestros oídos como la más maravillosa música”- perdón por el “achaque” General-
pero me parecía la frase más auténtica para relatar aquello. Manos enrojecidas
de tanto aplaudir tenía la concurrencia cuando los músicos se aprestaron a
hacer otro tanto. Claudio Parenti, integrado a Salazar y Villegas le dieron un
maravilloso cierre a la jornada, ejecutando como si toda la vida lo hubiesen
hecho juntos, Un placer y “El himno del Río de la Plata”, La cumparsita que
marcó el último momento musical de la noche. Vinieron luego los obsequios
florales a la Sra. Raffa que tan excelente trabajo de conducción realizara, de
manos de Moyano y a nuestras colaboradoras incansables, Sras. Willis y Tablado
que recibieron el obsequio que entregaron Demelli y yo respectivamente.
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