Cuando aún no se acallaron los ecos de la excelente jornada vivida en la víspera, sobre el escenario del cine teatro Stella Maris, el mismo que el próximo 22 de septiembre conmemorará el nonagésimo aniversario de la presencia en él de el más grande cantor popular de todos los tiempos, Carlos Gardel, donde los dueños de casa agasajaron con un espectáculo artístico a los directivos de la Asociación “Dante Alighieri” de Italia, que tuve el honor de presentar, una noticia que no hubiese querido recibir me sumió en un profundo dolor. Es difícil hilvanar palabras cuando un amigo emprende el viaje sin retorno. 
Tiempo antes me había manifestado algún problema físico que imponía una intervención quirúrgica, situación a la que no estaba demasiado convencido de afrontar por la posibilidad de no poder hacer a consecuencia de ella lo que más le gustaba…cantar. Largamente octogenario su lucidez y sus ganas de hacer cosas no mermaban y “la huesuda” lo sorprendió cuando aún estaba en plena actividad y planeando eventos futuros.
Sus periódicos espectáculos en Taconeando eran un compendio de recuerdos y canciones difíciles de no recordar, por la calidez que entregaba desde el escenario y el clima que solía generar entre una audiencia, que disfrutaba desde el principio al fin. Se nos fue Roberto Chaleán, un cantor de raza, pero por sobre todas las cosas un amigo, y una pena enorme embarga “al de la zurda”, enlutando al tango todo. En mi memoria quedan acaso los gratos momentos vividos junto a él en el Centro de Jubilados, Pensionados y de la Tercera Edad de Standard Electric, el Teatro Municipal “Del Viejo Concejo” de San Isidro -donde lo hicimos socio de Honor del Centro Cultural del Tango Zona Norte y donde también protagonizó aquel memorable dúo con Raúl Funes-
, la Academia Nacional del Tango, Taconeando y algunas, más que mi memoria turbada por la pena no me permite tener presente ahora.
Recuerdo si aquellos versos que le dediqué y lo llenaron de emoción cuando cumplió su octogésimo aniversario y su sencillez propia de los grandes. Te fuiste Roberto, pero tu erudición sobre el tango, tu canto y por sobre todas las cosas tu hombría de bien perdurará por siempre en los que tuvimos el privilegio de ser tus amigos. Te abrazo donde estés amigo y ruego al Señor vele por tu alma y te conceda un lugar entre los buenos y los justos.
Tiempo antes me había manifestado algún problema físico que imponía una intervención quirúrgica, situación a la que no estaba demasiado convencido de afrontar por la posibilidad de no poder hacer a consecuencia de ella lo que más le gustaba…cantar. Largamente octogenario su lucidez y sus ganas de hacer cosas no mermaban y “la huesuda” lo sorprendió cuando aún estaba en plena actividad y planeando eventos futuros.
Sus periódicos espectáculos en Taconeando eran un compendio de recuerdos y canciones difíciles de no recordar, por la calidez que entregaba desde el escenario y el clima que solía generar entre una audiencia, que disfrutaba desde el principio al fin. Se nos fue Roberto Chaleán, un cantor de raza, pero por sobre todas las cosas un amigo, y una pena enorme embarga “al de la zurda”, enlutando al tango todo. En mi memoria quedan acaso los gratos momentos vividos junto a él en el Centro de Jubilados, Pensionados y de la Tercera Edad de Standard Electric, el Teatro Municipal “Del Viejo Concejo” de San Isidro -donde lo hicimos socio de Honor del Centro Cultural del Tango Zona Norte y donde también protagonizó aquel memorable dúo con Raúl Funes-
, la Academia Nacional del Tango, Taconeando y algunas, más que mi memoria turbada por la pena no me permite tener presente ahora.
Recuerdo si aquellos versos que le dediqué y lo llenaron de emoción cuando cumplió su octogésimo aniversario y su sencillez propia de los grandes. Te fuiste Roberto, pero tu erudición sobre el tango, tu canto y por sobre todas las cosas tu hombría de bien perdurará por siempre en los que tuvimos el privilegio de ser tus amigos. Te abrazo donde estés amigo y ruego al Señor vele por tu alma y te conceda un lugar entre los buenos y los justos.
ROBERTO CHALEAN
Bate el prontuario…cantor, de la gola laburante
el punto que en un instante hace el momento mejor.
De la barriada es cultor, nunca reniega la cuna,
tiene la inmensa fortuna de que lo junen…Señor.
Su canto chamuyador, pone perfume al oído
del Buenos Aires querido que ya tiene trovador.
Eterno caminador, de las rutas del destino
nunca detiene el camino, jamás se niega a un favor.
Aún con canas peinando del estudio hace jolgorio
a su vasto repertorio, nuevas páginas sumando.
Con su porte triunfador, su presencia causa impacto
logrando, casi en el acto…¡El aplauso aprobador!
A su canto lo rodeó de mucha compañía grata
pero quizá con Leocata más recuerdos tenga yo.
Seis sotas suma a la lista, de ir en su oficio yugando
y con su arte logrando su más preciada conquista.
El cariño singular del santulón y el profano,
el favor del soberano consagrándolo triunfal.
En los colegas también, goza justa admiración,
desbordantes de emoción siempre alentándolo bien.
Causa placer escucharlo desde el principio al final
A este torcan sin igual, no me canso de vivarlo.
Hoy la barra está de fiesta, las hurras vienen y van
Resuene fuerte la orquesta, canta…¡Roberto Chaleán!
RUBÉN A. FIORENTINO
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