El vuelo del gorrión

 

Hugo Enrique Salerno (2-12-1942 – 7-2-2021)

 

Nunca me gustaron escribir las necrológicas, pero tampoco puedo permanecer indiferente ante ellas. Tratando de amortiguar la pena que me produjo conocer la terrible noticia de la partida de Hugo Enrique Salerno, también conocido como “El Quijote de la gorra”, me introduzco en el túnel del tiempo para recorrer momentos felices compartidos.

Acaso, lo supe después de su boca, el primero de aquellos encuentros se frustró porque mi “gomía” no pudo concurrir aquel día al café Homero Manzi, donde nos dimos cita con Gloria Marcó para participar con nuestros poemas del ciclo “Todo es verso”, del Canal Solo Tango. Después fue parte de aquel grupo de “locos visionarios” que se les ocurrió fundar el Centro Cultural del Tango Zona Norte. Visitas suyas a mi ciclo “Abriendo un camino” en FM Santa Rita y mías a su emisora colega Reconquista, donde por años llevó adelante su programa “Gorrión Fénix, desde la Reconquista del Tango”. También fue infaltable a los primeros encuentros de narradores y poetas organizados por el Centro Cultural. Lo acompañé en el lanzamiento de muchos de sus libros en sitios diversos como Taconeando, Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de San Isidro y ambas Academias, Nacional del Tango y Porteña del Lunfardo.

También en la Legislatura Porteña cuando lo designaron Personalidad Emérita de la Cultura y a mi pedido recitó “La quinta rubia” o acaso en aquel geriátrico que era su morada en los últimos tiempos donde le llevé el material a evaluar para que cumpliese funciones de jurado, de uno de los tantos certámenes literarios temáticos organizados por nuestra entidad.

Quizá deba mencionar también una cita en el Tortoni para el relanzamiento de la revista Buenos Aires Tango y lo demás a la que concurrí con mis hijos Esteban y Gerardo. No pude asistir empero a esa obra que hacía con Hilda Guerra donde proponía manducarse un sabroso puchero de cisne. Confieso que alguna vez lo acompañé, pero esquivé el diálogo porque me ponía mal que me hablara y yo no pudiera descifrar su dificultosa dicción. Me quedó en el debe organizar ese encuentro de narradores y poetas que llevara su nombre en vida para que lo pudiera disfrutar. 

Recuerdo el apoyo entusiasta que me brindó en la idea de designar cada uno de esos actos institucionales con el nombre de poetas vivos la Dra. Laura Gaineddu, también “gomía” de ambos.

Hoy no estas físicamente con nosotros Hugo, pero siempre nos acompañará tu legado de poemas y canciones donde la ironía y el humor nunca están ausentes y así de entre aquellos títulos tendré siempre frescos obras como Los ojos de Antonia, Violines y bisagras, Boliche de estaño, Gorrión Fénix, Andante en bondi, Los taitas rockeros, Mi reino por un caballo, Fresco y Batata, Baldío natal y tantas otras que dejaran sentado para los tiempos tu inmenso talento y personalidad.