Crónica
Por Rubén Fiorentino
Venía fule la mano, a
pocas horas de llevarse adelante el acto institucional el director de la
orquesta Municipal de Tangos de Almirante Brown me anuncia que no había “bondi”
para llegarse al Teatro “Del Viejo Concejo” con sus muchachos. Sumado a ello, “achaques”
de salud que a veces te envía el esqueleto y al décimo séptimo aniversario del
Centro Cultural que es sinónimo de desgracia, densos nubarrones se alojaban en
mi estado de ánimo, en vísperas de tan importante acontecimiento. Pero como
bien dice el dicho popular “al mal tiempo, buena cara” y con la mejor que pude
armarme en la ocasión me dirigí a enfrentar la responsabilidad.
Después de una
jornada intensa de labor, de este aún laburante activo, no podía ser el primero
en arribar pero traté estar con el tiempo suficiente para cuidar los detalles
de organización siempre necesarios. La sala lucía iluminada a pleno, situación
que permitía observar el despliegue de todo el stock de micrófonos que en ella
se dispone para cubrir una necesidad como la que se avecinaba. En el escenario,
desgranando notas con su teclado, el maestro Lucho Repeto (quien aprovechó para presentar a su sobrina) en un ejercicio de “entrar
en calor” deleitaba a algunos tempraneros asistentes que ya ocupaban las
primeras butacas con sus interpretaciones y sus jugosas explicaciones sobre la
influencia de los pianistas en las distintas formaciones. Todo un plenario como
lo calificara luego Jorge Gatti...
La incierta llegada de la formación que comanda el maestro Kolaric hacía trastocar la cronología planeada para el espectáculo y consensuado con quien sería el conductor del espectáculo decidimos comenzar con las designaciones de los Socios de Honor, hecho que venimos repitiendo cada aniversario. Después de oír el tango emblema, “De academia” que comenzaba a sonar alrededor de las 20:30 Jorge Gatti daba la bienvenida al ya importante número de espectadores que aguardaban en la sala. Cedida por parte de éste la palabra se me ocurrió evocar a los “locos visionarios” de los orígenes y a los que se fueron sumando a lo largo del camino, y también a esos notables Socios de Honor que se nos adelantaron en la partida.
El clima de emoción por el recuerdo comenzaba a ganar el recinto
cuando, previa evocación sintética de su brillante carrera profesional, subió al
escenario Roberto Chaleán. Allí de manos de Héctor Moyano y Jorge
Gatti recibió el pergamino enmarcado que lo acredita como Socio de Honor, así
también como el carnet plastificado que denota tal condición y el pin de solapa
con el obelisco encorvado en posición de ejecutar el bandoneón para que lo luzca
en cada una de sus presentaciones. El intérprete, visiblemente emocionado, quiso
retribuirnos de la mejor manera que conoce, cantando y bien secundado por el
maestro Repeto nos ofrendó como en sus mejores días Desencuentro y Rubí. Demás
está decir la ovación que recibió al abandonar el escenario de parte de una
platea ávida de compartir momentos tan gratos como este que iniciaba la
jornada.
La siguiente evocación que me tocó realizar fue para el hoy vecino de
San Isidro Raúl Funes. Llegaba éste de
un día de intenso trajín que incluía un reportaje en vivo en la 2 x 4 en el
programa que conduce otro de los distinguidos de la noche Gabriel Soria.
Margarita Sosa y el historiador Jorge Tirigall fueron los encargados de
entregarle los atributos al ex vocalista del Sexteto Tango y uno extra que le
otorgó nuestro compañero Gatti, una foto tamaño carnet de su admirado Roberto
Grela que supo acompañar a Funes en algunos pasajes de su extensa y brillante
carrera. Como no podía ser menos, al
igual que Chaleán quiso dejarnos su ofrenda. Así con el acompañamiento de
Repeto con el que próximamente presentará un espectáculo en la mítica calle
Corrientes, de su garganta surgió primero Ventanita de arrabal, para continuar
después con Romance de barrio y disponerse a un cierre que no fue tal con
Maquillaje. Digo que no fue tal porque no pudo negarse al clamor popular que le
pedía Balada para un loco y magistralmente, como solo él sabe hacerlo, nos los
brindo para que quede para siempre en nuestro recuerdo.

Por entonces la
expectativa iba en aumento, habíamos despedido ya a dos brillantes intérpretes
y tocaba el turno al responsable que el centésimo aniversario del natalicio de
ese grande que fue, es y seguirá siendo Aníbal Carmelo Troilo tuviera el relieve
que merecía y tras mucho bregar cumplió con creces el cometido. Hubo un pedido
personal del socio fundador Aníbal Hugo Gabarrella para ser parte de la
entrega, cosa a la que accedimos sin ningún tipo de reparos. A él se agregaron Ricardo
Demelli y Oscar Vera, vicepresidente del Círculo de Poetas de Boulogne para
hacerle el merecido reconocimiento público a Francisco Torné, sobrino nieto del
“que siempre está llegando”. Un clamor de aplausos bajaba de la platea cuando
nuestro homenajeado subía al escenario y tomando el micrófono retribuía con palabras
la distinción recibida. Fue allí que se me ocurrió pedirle que fuese jurado de
nuestro anual certamen literario que en la presente edición precisamente lleva
como temática “Pichuco” y expira su etapa de inscripción en escasos días. Como no podía ser de otra manera accedió a mi
requerimiento y ya contamos con él para evaluar los trabajos recibidos.
El cierre de los homenajes debía hacerse con Gabriel Soria. Las múltiples ocupaciones en las que permanece afectado le impidieron concurrir pero nos acercó una nota con las disculpas del caso que fue leída públicamente como así también la evocación que justificaba nuestra designación. Subió nuevamente al escenario Roberto Chaleán que sabiendo de nuestras preferencias por aquel vecino notable de Beccar que fuera Juanca Tavera nos regaló, esta vez acompañado de pistas Cuestión de ganas.
En tanto las huestes de Kolaric comenzaban a tomar posiciones para darle broche al acto “Por los locos visionarios”. Por los inconvenientes apuntados al comienzo no pudimos contar con la orquesta en pleno pero si con una avanzada de ella que dejó reafirmada la seriedad y jerarquía que le asignan a la cultura y fundamentalmente al tango los muchachos de Almirante Brown. El Danzarín de la apertura que le quisieron dedicar expresamente a Torné por suministrarles las partituras y arreglos originales, habla a las claras de ello. Vendría luego la presencia de los cantores, Mariana Novoa y Diego Di Martino que con sus celebradas interpretaciones de Como dos Extraños y Parece mentira, la dama, y Barrio de tango, el caballero, se ganaban el favor de la concurrencia. Innovaron con una creación propia, Línea D, del cumpleañero Pablo Yanis y, entusiasmado por la presencia de Torné, el propio Kolaric reconoció que en el centenario de Pichuco la intención del conjunto orquestal era tributar su homenaje también a sus autores y arregladores, con ese propósito llegarían instrumentales como BB y Che Buenos Aires, de Raúl Garello.
El tirano reloj nos iba señalando el final, la noche ya avanzada nos marcaba que aunque fuese desganadamente debíamos emprender la retirada, no sin antes hacer claro, brindar el agradecimiento al personal de la sala que cuidó cada detalle para que el acto tuviera la brillantez que debía tener. Los cumplimos felices como debía ser y rodeados de formidables profesionales y público entusiasta que le dieron a la jornada el marco de jerarquía que ella precisaba.

La incierta llegada de la formación que comanda el maestro Kolaric hacía trastocar la cronología planeada para el espectáculo y consensuado con quien sería el conductor del espectáculo decidimos comenzar con las designaciones de los Socios de Honor, hecho que venimos repitiendo cada aniversario. Después de oír el tango emblema, “De academia” que comenzaba a sonar alrededor de las 20:30 Jorge Gatti daba la bienvenida al ya importante número de espectadores que aguardaban en la sala. Cedida por parte de éste la palabra se me ocurrió evocar a los “locos visionarios” de los orígenes y a los que se fueron sumando a lo largo del camino, y también a esos notables Socios de Honor que se nos adelantaron en la partida.




El cierre de los homenajes debía hacerse con Gabriel Soria. Las múltiples ocupaciones en las que permanece afectado le impidieron concurrir pero nos acercó una nota con las disculpas del caso que fue leída públicamente como así también la evocación que justificaba nuestra designación. Subió nuevamente al escenario Roberto Chaleán que sabiendo de nuestras preferencias por aquel vecino notable de Beccar que fuera Juanca Tavera nos regaló, esta vez acompañado de pistas Cuestión de ganas.
En tanto las huestes de Kolaric comenzaban a tomar posiciones para darle broche al acto “Por los locos visionarios”. Por los inconvenientes apuntados al comienzo no pudimos contar con la orquesta en pleno pero si con una avanzada de ella que dejó reafirmada la seriedad y jerarquía que le asignan a la cultura y fundamentalmente al tango los muchachos de Almirante Brown. El Danzarín de la apertura que le quisieron dedicar expresamente a Torné por suministrarles las partituras y arreglos originales, habla a las claras de ello. Vendría luego la presencia de los cantores, Mariana Novoa y Diego Di Martino que con sus celebradas interpretaciones de Como dos Extraños y Parece mentira, la dama, y Barrio de tango, el caballero, se ganaban el favor de la concurrencia. Innovaron con una creación propia, Línea D, del cumpleañero Pablo Yanis y, entusiasmado por la presencia de Torné, el propio Kolaric reconoció que en el centenario de Pichuco la intención del conjunto orquestal era tributar su homenaje también a sus autores y arregladores, con ese propósito llegarían instrumentales como BB y Che Buenos Aires, de Raúl Garello.
El tirano reloj nos iba señalando el final, la noche ya avanzada nos marcaba que aunque fuese desganadamente debíamos emprender la retirada, no sin antes hacer claro, brindar el agradecimiento al personal de la sala que cuidó cada detalle para que el acto tuviera la brillantez que debía tener. Los cumplimos felices como debía ser y rodeados de formidables profesionales y público entusiasta que le dieron a la jornada el marco de jerarquía que ella precisaba.
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