“Brindis de tangos por San Isidro”

Crónica

por Rubén Fiorentino

Hace escasas horas el Centro Cultural del Tango Zona Norte, Academia Correspondiente de la Academia Nacional del Tango, fue protagonista de un nuevo acto institucional, el que anualmente realiza para homenajear al Santo Patrono de la ciudad en que nos constituimos como entidad. Para conservar la credibilidad de la que hasta la fecha gozó no puedo decir que fue una noche memorable, de esas que quedarán para siempre en el recuerdo de los lugareños. No precisamente porque le faltara jerarquía a los artistas presentados que se desenvolvieron de acuerdo a las expectativas que de ellos nos habíamos hecho, e incluso me atrevo a decir que dieron más. Mi juicio de valor se orienta a que la sala no estaba cubierta como en otras ocasiones y puertas adentro deberemos determinar donde estuvieron las fallas.

Sabemos de antemano que el Domingo, día previo a otro laboral es menos convocante, también resultó inoportuno el desenlace del torneo superior de futbol con las expectativas que ello genera, reconocemos además no haber hecho una difusión adecuada por terminar de armar un elenco casi sobre el filo de la presentación del espectáculo. No obstante, los de siempre, los “de fierro”, esos que llevaremos siempre junto al de “la zurda” decían presente para respaldar nuestra gesta tanguera que comenzaba a trascurrir minutos después de la hora 20 cuando el tango emblema, ”De Academia” marcaba que “Brindis de tangos por San Isidro” se ponía en marcha. Con el último acorde de la orquesta de Fresedo, el conductor del espectáculo, Jorge Gatti, de llamativo saco rojo, hacía la presentación del espectáculo con el saludo de rigor característico.

Fue quien esto escribe quien después toma la posta para agradecer presencias y para augurarle a todos una noche feliz para que sí inmediatamente comenzara el desfile de los excelentes artistas convocados. Los primeros en aparecer en escena fueron los profesores Virginia Giménez y Edgardo Cardozo que nos brindaron una formidable exhibición de danza porteña que se inició con Tres esquinas y continuó con Esta noche de luna. Los aplausos espontáneos brotaron de las palmas de la concurrencia para premiar su actuación que no culminaría allí como les narraré más adelante.

Retirados de escena los bailarines, había muchas expectativas de ver a la cantante Liliana Duval y la dama estaba dispuesta a enfrentar el desafío. De su garganta brotaron Me han prohibido quererte, Desencuentro, Garganta con arena y Pasional donde reingresan los bailarines para hacer su coreografía con el canto de esta “señora de la canción”. Fue tal el suceso obtenido que a pedido del soberano debió agregar a su actuación un De igual a igual que fue algo así como “la frutilla del postre”.

En tanto esto sucedía sobre el escenario, en la sala ya percibíamos el aliento que nos brindaban representantes de entidades amigas como la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos de San Isidro, el Club “Los Abuelos de Beccar”, la Casa del Tango de San Fernando, la Asociación “Hijos y Amigos de San Isidro”, la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y Cultural “Dante Alighieri”, el difusor Roberto Fraga y el presidente de la Compañía del Sagrado Corazón de la Imagen. También individualizábamos entre la concurrencia a ex directivos y socios fundadores de nuestra entidad cosa que nos reconfortaba.


Lucio Arce, que había llegado de una actuación previa en la ciudad de La Plata venía sorteando dificultades de tránsito para decirnos lo suyo en este tradicional escenario. Con su estilo singular nos regaló de su autoría El mala honda, Que buena está tu vieja, Milonga del incompleto, El chorimán, El hijo del diputado, Esperando heredar y Pasala morfón. Demás está decir que la hilaridad general se apoderó de la sala. Las salidas ocurrentes y graciosas de los personajes protagonistas de cada una de estas canciones así lo ameritaban. Lucio, visiblemente emocionado con la recepción del público contó su pertenencia a este espacio físico del conurbano y agradeció públicamente la convocatoria que le habíamos hecho.

Para cerrar planeamos el debut absoluto en Zona Norte del dúo No sos vos, soy yo integrado por Juan Ignacio Esteguy en piano y Adolfo Trepiana en bandoneón, no obstante separadamente ambos ya habían estado en esta parte del conurbano. El pianista, acompañando a la cantante Yamila Asero, y el “del fueye”, integrando la formación de La Juan D´Arienzo. Un pequeño inconveniente debíamos salvar para que pudieran presentarse, Esteguy no portaba su propio instrumento confiado en el piano que posee la sala, que no estaba dispuesto en un sitio propicio. Entonces, ante la imposibilidad de cerrar el cortinado, Jorge Gatti se apresuró a presentarlos ante la concurrencia y, mientras ellos acondicionaban en el sitio preciso el útil sonoro, el creador de la frase “respeto por los mayores, oportunidad para los jóvenes” me invitaba nuevamente al escenario para que narrara brevemente el acto protagonizado en San Fernando días pasados y de paso me brindaba la oportunidad para agradecer públicamente a quienes tuvieron la disposición para que pudiésemos concretar felizmente el acto y a cuantos con su presencia respaldaron nuestra iniciativa. Conseguido esos minutos que hacían falta y ya con los músicos dispuestos era tiempo de escuchar con atención de este “matrimonio musical” como se autodenominan que como “quien no quiere la cosa" se despachaban con A la guardia nueva. Le siguieron luego Melancólico, Los mareados, Nada, como extremando el romanticismo. Es allí cuando con un guiño pícaro de ambos irrumpen con El pollo Ricardo.

Vendrían después Organito de la tarde, La última curda, Romance de barrio y El choclo para darle un brillante cierre con Nocturna de Julián Plaza.

Realmente daban ganas de quedarse y Juan Ignacio y Adolfo estaban dispuestos a hacerlo pero prudentemente decidimos con Jorge Gatti entregar la sala en tiempo y en forma para no provocar situaciones enojosas con el personal del lugar que estaba culminando su día laboral y no teníamos ningún derecho de retenerlos más del tiempo previsto. Con el agradecimiento de rigor culminaba este “Brindis de tangos por San Isidro” que brevemente le quisimos narrar.